Nos han invadido sensaciones de debilidad y flaqueza y hemos arrojado los tomos de los Presupuestos Generales del Estado (PEG) al cajón. Acto seguido, nos hemos echado sobre la revista «¡Hola!», que en su último número dedica unas páginas al paso de la baronesa Thyssen por Gijón y Asturias. La misma zozobra pudo acaecer en las casas consistoriales, según nos tememos, ya que los sumos sacerdotes de la cosa pública gijonesa, los ediles Santiago Martínez Argüelles o Pedro Sanjurjo -pongamos-, debieron de darle mil vueltas al incunable de los Presupuestos a ver si hallaban alguna dotación para el metrotrén o la depuradora del Este.

-Nada, oye.

-Pues vamos a ver inmediatamente a la Alcaldesa.

Y, en efecto, tomaron el «¡Hola!» en sus manos y contemplaron a Paz Fernández Felgueroso en compañía de Tita Cervera, posando ambas en el salón de recepciones del Ayuntamiento.

Al fondo de la instantánea de Tita y Pacita se vislumbra el lienzo de uno de los prohombres gijoneses, Evaristo Fernández de San Miguel y Valledor, con su pechera repujada y condecorada, más el bastón de mando. Bajo el cuadro, se intuyen las cretonas de los sofás y el alfombrón consistorial. Delante de todo ello, la baronesa, de negro largo, y la regidora, con una casaca de color acero inoxidable (no se olvide que, siendo consejera de Industria del Principado, llamaban a Felgueroso la «dama de acero», o algo parecido; quien tuvo, retuvo).

Así pues, Gijón sale en el «¡Hola!», pero mucho menos en los PEG. ¡Ay!, días de vino y rosas, y de marquesas o baronesas. Que no se nos olvide: por sus servicios al Estado, Paz Felgueroso merece un título, pero ya. Mientras llega, entonamos el «¡Hola!», «¡Hola!», «¡Hola!», pero en la versión de Marisol: «Ola, ola, ola, no vengas sola. Ola, ola, ola, ven con mi amor». O sea, el «¡Hola!» solo no vale. Tiene que venir con el PEG encartado, y éste, a poder ser, con depuradora y metrotrén. Repetimos el estribillo: «Ola, ola, ola, no vengas sola».