Mi estimado colega el profesor Suárez Pandiello, en su artículo de lne del día 11, nos hacía partícipes de sus reflexiones acerca de la reforma de los planes de estudios emprendida por la Universidad de Oviedo para su adecuación al Espacio Europeo de Educación Superior. En ellas sentencia con agudeza diversos aspectos sobre los que no me siento legitimado para emitir un juicio definitivo, pues tiendo a ser precavido cuando se trata de titulaciones ajenas aunque de mi propia Universidad. El respeto al trabajo y la confianza en la pericia de mis colegas de otras disciplinas me hacen ser, al menos, prudente, y me reservo la opinión hasta oír a todos los interesados. Sin embargo, en la medida en que se formulan críticas a mi titulación, con sumo gusto me apresto a su comentario. En la tarea periodística, como en los debates inteligentes, conviene distinguir los planos de la información y de la opinión, con el propósito de no confundir los deseos con las realidades, ni realizar valoraciones desenfocadas. Así pues, resulta oportuno exponer primero los datos.

La Facultad de Derecho de nuestra Universidad acaba de aprobar por gran mayoría su nuevo plan de estudios. En concreto, con cerca del 80 por ciento de los votos emitidos y tras un amplio debate a lo largo del curso pasado en el seno de las comisiones de docencia y técnica. No me agradan las votaciones a la búlgara, con unanimidades sospechosas, por lo que me alegra sobremanera el contraste de pareceres y las distintas opiniones vertidas. La democracia también sirve para medir aritméticamente los apoyos que tienen los distintos estados de opinión y éste resulta muy satisfactorio, máxime cuando al criterio numérico se suma el de la cualificación técnica del órgano decisor. El cuerpo electoral de la Junta de Facultad está compuesto por la representación ponderada de todos los miembros de la comunidad universitaria, que han hablado inapelablemente sobre lo que piensan. Es el primer plan reformado que cuenta nuestra Facultad en su historia reciente con tan intenso apoyo, por lo que hay que felicitarse. También es el único que logra el respaldo de los alumnos, pues creo llega la hora de concederles el protagonismo que Bolonia les ha hurtado. De todo esto se acordará bien el profesor Pandiello, pues participó activamente en la elaboración de la primera reforma del plan de 1953, con un escasísimo acuerdo, cosechando un fracaso estrepitoso, que provocaría su reforma urgente. El nuevo plan ha seguido las reiteradas directrices de la Conferencia de Decanos de Derecho de España, que algo sabrán del asunto, y también fue aprobado en el grupo de trabajo de ciencias jurídico sociales que supervisa todo el proceso en el seno de nuestra Universidad.

Reprocha el articulista que nuestro grado pretenda ser puro en Derecho. Es llamativo su escándalo, porque otras facultades han seguido idéntica pauta. Como decir medias verdades equivale a la mayor de las falacias, advierto su silencio sobre nuestro deseo confesado de que sea en el posgrado donde se aporte a los alumnos la debida especialización libremente elegida. También se oculta que mediante un sistema de convalidación de asignaturas optativas permitiremos a quien lo desee cursar los grados de Derecho y ADE en unos seis años. Si se me permite decirlo así, no deja de sorprenderme que algunos profetas de Bolonia parezcan desconocer hasta los decretos que se han promulgado en España para su implantación, de lo que tuvimos prueba en el debate de nuestro plan.

El problema es que debemos reducir en más de un año nuestra titulación, que cuenta con planes de estudios de una enorme y exitosa trayectoria histórica, y con abundantes signos de implantación práctica oportuna. No en vano Derecho, en tiempo de crisis, ha obtenido una matriculación récord, con una subida del 40 por ciento de alumnos nuevos en primer curso, mientras vemos retroceder a otras titulaciones más de moda o modernas, como se quiera.

Me asombra que para el profesor Pandiello el término puro sea muy poco recomendable, máxime cuando trata de criticar duramente otras titulaciones porque siguen intereses espurios; es decir, no puros. Como siga esto así, aspirar a la pureza del aire deviene anacrónico y será sospechoso vestir pura lana virgen. Ya que su artículo parte de un paralelismo con las vías ferroviarias, he de imaginarme que a su juicio el tren Madrid-Asturias mejorará sensiblemente si en su recorrido se alternan la vía estrecha, el ancho ordinario y el del AVE. Fíjense ustedes que incluso nos excomulga de la Alianza de Civilizaciones por no seguir los dictados del mestizaje. Con todo, reconocerán que resulta un tanto inconsecuente que cuando el famoso mestizaje atañe a la economía y contabilidad le parezca horrible. Una cosa es predicar y otra distribuir trigo.

En puridad (con perdón) pretende juzgar todo el plan por una simple asignatura que, según sus cálculos, ocupa el 2,5 % de la titulación nueva. Ya se ve que cuando uno se deja seducir sólo por lo suyo pierde perspectiva, pero son las cosas del corporativismo. Sostener que la Contabilidad y la Economía se distinguen tanto como la Geología y la Geografía parece un poco excesivo: las primeras comparten titulaciones enteras y las segundas no. Perseguir sus propios y exclusivos intereses puede ser legítimo, pero no recomendable, pues entonces la parte no se somete precisamente al todo, por mucho que los clásicos lo recomendaran. Aquí aparece la ley del embudo. Todo depende de quién desee apropiarse del ancho. Vean ustedes que la terrible asignatura de Economía y Contabilidad ya fue impartida en otras titulaciones de la Universidad de Oviedo, como reflejan sus memorias de investigación anuales. Existió sin debate alguno por su parte cuando les interesó. Pienso que tal dato arrojará luz sobre cuánto hay de lógico en lo que se discute.

No contento con ello, alienta la corrección del plan a manos de las autoridades superiores. Considera que sería ello tan democrático como la inmensa y libre mayoría de la Junta de Facultad. No es cierto. Más que apelar al principio de autoridad, esgrime uno de autoritarismo. Debo concluir que pudo estudiar escaso Derecho en su licenciatura.

Termino, por no cansar, pese a lo mucho que aún cabría discutir. Mas, por encima de todo, quiero agradecer a los profesores de las ramas económicas su participación en el proceso de reforma de nuestro plan. Les aseguro que lamento la escasa presencia en el grado de sus especialidades, aunque bien saben que la culpa no es nuestra, y también que comprendo su voto, que no sus presuntas razones. Han sido consecuentes y esto es de agradecer, pues no se dejaron guiar por causas personales, aunque sí tal vez corporativas, pero comprensibles. Sin embargo, el sentir del conjunto de la Facultad resulta más que significativo y es llegada la hora de la lealtad institucional, creo yo, al menos.