Tranquilos, que soy de letras. Es cierto que el título de hoy sugiere cosas como equivalencias, energía, masa? Pero cuando yo veo esa fórmula en lo que pienso es en relatividad; y dejando de lado la física, la teoría de Einstein se puede aplicar a muchas otras cosas, como por ejemplo a la vida misma. Sí, en esta vida todo es relativo, que depende, dicho de otra forma, del color del cristal con el que se mire. Por eso y porque había que evitar disputas sobre cuál es el color más conveniente para mirar las cosas creo que se «inventaron» las leyes. Porque era necesario regular, poner límites para definir claramente desde dónde hasta dónde llega el espacio de cada uno.

Una de las diferencias primordiales que yo encuentro entre las leyes civiles y las eclesiásticas es que mientras que las primeras regulan, las segundas obligan. Puede que sea ésta, y no otra, la causa por la que tanto la Iglesia como el conservadurismo español tienen tan atragantada la famosa ley sobre el aborto. Parece que piensan, debido quizás a su costumbre de acatar leyes que imponen, que a partir de su promulgación vamos a tener que cubrir un cupo determinado de abortos anuales. Claro, también puede ser que piensen que el término libertad quiere decir que todos los ciudadanos son libres para elegir entre hacer lo que a fulanito le dé la gana o, si no, sufrir las consecuencias.

Pues no, la libertad es, según el DRAE: la facultad natural que tiene el hombre (como especie, que en este tema es importante matizarlo) de obrar de una manera o de otra y de no obrar. Y una mujer, como persona que es, debe ser libre de ejercer esa facultad; siempre, pero sobre todo en temas que afectan a su vida de una manera tan trascendental como lo es el de tener o no tener un hijo. No estamos hablando, señor Rajoy, de que se le haya impuesto a la población el aborto como método anticonceptivo; y si me dirijo a usted es porque le escuché el domingo, en una entrevista, dirigirse al señor Zapatero en términos como: no puede desoír la opinión de dos millones de personas. En principio, le digo que si el sábado había allí dos millones de personas, es que han inventado la invisibilidad y yo no me había enterado, pero dejando a un lado esa minucia, ¿son, acaso, dos millones de personas la mayoría absoluta de la población? Para usted puede que sean muchas voces pidiendo que se niegue un derecho, pero teniendo en cuenta los habitantes de nuestro país, es una cantidad tan ínfima que no es que no se les vaya a escuchar, es que suena más fuerte, porque hay más personas detrás, las voces de los que piden libertad, regulada, porque de eso se trata, pero libertad.