Estoy seguro de que la salvación de mi alma no ha de depender de la decisión que tome acerca de cómo sepeliarme, quiero decir de la forma en que decida que mis deudos deban de hacer mis pompas fúnebres. Porque es que gilipolleces se oyen todos los días, pero que vengan de un Obispo ya es otro cantar. Mire Don Raúl: imagínese usted que soy trasplantado, que no es el caso. De hígado, páncreas, riñón y pilila, porque ya puestos? Que estuve mucho tiempo verdaderamente jodido en espera de tener los órganos apropiados. Yo, que soy creyente, si tengo que resucitar en carne, como usted dice y, además, lo tengo que hacer con mis antiguas piezas, le aseguro que me incinero, aunque no resucite. Porque si no ye así, el amigu que me lo donó ¿va a resucitar con lo mío?, ¿o sin ná dentro?. Que va don Raúl, usté no lo pensó bien cuando dijo eso el otru día. Con eses teorías suyes o de los sus jefes no me extraña que los probes no saquen ná cuando van a pedir a la puerta de la Iglesia. Y después quéjense de que cada vez hay menos feligreses. Pero, ¿Cómo va a habelos si cada vez yos ponen más impedimentos pa poder resucitar?

Resulta que ahora para poder hacerlo como manda el Nuevo Catecismo hay que enterrarse. Inhumarse, es decir sin humo, o con el humo por dentro. Cómo se vé que usté no fuma don Raúl. ¿No ve que los que fumamos vamos a empapizanos con tanta inhumación? Otra cosa, a ver como arregla el problema de los que la palmen en un incendio y queden carbonizaos, como aquél que quedó casi como una colilla y cuando llegó el juez no había cadáver que levantar, y dijo: «que no sople nadie hasta que llegue el forense»; a esos que tienen la suerte de ahorrar la mitá del sepelio -que por otru lao cuesta un güevu-, a esos ¿qué yos pasa?, ¿que no van a resucitar? Hombre, no joda don Raúl, lo suyo ye discriminación mortuoria. Vamos a ver, si yo no quiero ser alimento de los gusanos y dejayos a los mis fíos la carga de ir a limpiar el nichu y poneme flores el primeru de noviembre que, dicho sea de paso, llueve la hostia (disculpas a don Raúl y al mi amigu Falo), si yo no quiero eso, ¿por qué no voy a poder decidir que ye lo que quiero hacer con el mi body? ¿Qué pasa, que ningún vikingo va a resucitar?, ¿y los indios tampoco?, los dos; ¿los de el Mahatma y los de Toro Sentado? Pues va a ser un aburrimiento el «más allá» sin indias ni vikingas? Pa eso los musulmanes que tienen el cielo lleno de elles esperándolos pa haceyos la comida, los pies y muches otres coses. ¿Voy a ir al infierno por eso?, ¿pa quemame otra vez? Parezme una tontería, la verdad. Déjeme resucitar don Raúl, por Dios y lo pido.

Ilustrísimo y Reverendísimo señor Berzosa, con todos mis respetos y ya fuera de chanzas, creemos que se ha pasado usted varios pueblos al haber hecho esas afirmaciones. Porque como dicen los libros sagrados «polvo somos y en polvo nos convertiremos», y no vea su Ilma. doble intención en este aserto. Al margen de lo que digan dichos libros, que no son más que eso, papel o pergamino, lo que importa es que los tiempos cambian y las gentes mudan en sus principios y en sus valores. Los que piensan, o pensamos, que es mejor incinerarse, por las razones que sean, tenemos la libertad, el libre albedrío que dicen ustedes, de hacerlo así, de inhumarnos o de que nos arrojen al Ganges o al Nalón (si el SEPRONA lo permitiera). Por otro lado, don Raúl, esos mensajes ya no se los cree nadie. Si no, vea a los curas asturianos, sus empleados, lo que han dicho a este mismo periódico: "lo que resucita es el alma", aunque tampoco muchos se lo crean. En definitiva Reverendísimo, al igual que a su colega el arzobispo Tomasi hace muy pocas fechas Duke y quien suscribe les decimos que, en ocasiones, están ustedes mejor calladitos.