Me temo que siempre he sido un poco rara, aunque tardé mucho en ser consciente de ello: cuando en el colegio llegaba a mis manos un libro de lectura buscaba antes que ninguna otra cosa los poemas; luego, con calma lo leía todo.

Si bien la literatura es una afición de muchos, hay muy pocos que se confiesen adictos a la poesía concretamente, aunque quizá sean como en las encuestas a pie de urna, con el vecino al lado mirando de reojo, en las que pocos dicen realmente lo que acaban de votar. Es que ser raro tiene su precio.

Cuando una confiesa que además de leer escribe poesía casi puede oír los pensamientos de alguno, que no te ve como a una persona muy normal. Sería otra cosa decir que has escrito una novela, eso sí que tiene mérito e interés social.

Por eso me encanta comprobar que cada vez hay más gente rara que lee, escribe y difunde la poesía, propia o de otros. Estos días han sido un buen ejemplo de ello. En Oviedo, los jóvenes del colectivo cultural Hesperya han organizado el II Encuentro nacional de poesía joven «La Ciudad en Llamas», con poetas jóvenes y no tan jóvenes. En Pravia, la Asociación de Escritores de Asturias, en sus IX Jornadas de literatura, sigue contando con los poetas como parte importante de su programación. La semana que viene, en Lena, se organiza un ciclo de poesía y El Aula de las Metáforas, de Grado, se encarga de mimar y difundir este género todo el año, por poner algunos ejemplos.

Sin ir más lejos, el pasado viernes, en Luarca, se entregaron los premios del VI Certamen de poesía «Nené Losada Rico», a la vez que se le brindó un sentido homenaje a la autora fallecida recientemente. Un homenaje del que fueron protagonistas fundamentales los niños de los colegios de Valdés, niños que, la conocieran o no personalmente, la sentían muy cercana a través de sus textos gracias a la labor de sus maestros y de la propia Nené Losada Rico.

Me canso de oír que en los colegios se contagian todo tipo de virus, ojalá éste se empiece a extender, sin vacunas ni analgésicos, con fuerza, para que con el tiempo leer poesía sea tan cotidiano y tan natural como salir a por el pan.