Es un deporte muy habitual, a veces se practica sin intención ninguna de hacer ejercicio, otras sin ninguna intención (como si fuese vital comunicar lo que pensamos de todo lo ajeno), pero hay muchas veces que es totalmente intencionado: dejar claro que nadie sabe hacer las cosas mejor que nosotros.

Viajaba el otro día con unas amigas y llegaron a la conversación anécdotas sobre vecinos «bien intencionados» que pasan al lado de la bonita casa que te estás haciendo (o eso creías tú antes de recibir las visitas de los espontáneos) y sólo encuentran pegas y terribles equivocaciones en el proyecto, como, por ejemplo, lo agotador que va a ser limpiar tanto ventanal o el irreparable fallo que ha tenido el arquitecto al no darse cuenta de que perdía una habitación al diseñar un salón de dos alturas. Supongo que los amables vecinos tendrían pensado ayudar a mi amiga a limpiar los cristales y de paso quedarse a dormir en su casa. No encuentro otra explicación para sus comentarios, porque, claro, lo de la envidia no se me habría ocurrido.

Qué decir de aquel que después de quince años desempeñando el mismo trabajo en una oficina de forma altamente eficiente cambia de empresa y se encuentra con un compañero que pretende imponer el «aquí lo hacemos así», aunque se desperdicie tiempo y se reduzca la eficacia. Comprendo que hay personas para las que es muy difícil cambiar de costumbres y mucho más admitir que pueden venir otros que nos ayuden a mejorar, pero también es difícil acoplarse al «como tú digas», cuando lo puedes hacer mejor, sólo por no discutir.

Para qué hablar de quienes al enseñarles aquel minimantelito a punto de cruz que habías conseguido terminar por fin como gran proeza artesanal lo miraban del revés para comprobar los fallos. Claro que nunca te mostraban sus propias labores.

Entonces recuerdo aquello que decía mi padre cuando se refería a fulano o mengana que «se parecían a la Nazaria, que no lo sabía hacer, pero lo sabía "repunar"». Nunca supe quién era la tal Nazaria, ni si el dicho era original de mi padre o iba de boca en boca, pero me quedó muy claro desde el principio que la buena señora practicaba con cierta asiduidad este deporte tan nuestro de «repunarlo» todo.

Y es que criticones habrá muchos, pero «repunantes» bastantes más, busque usted si no algún que otro nombre y ya me contará.