El argumento que maneja desde hace tiempo el edil de Urbanismo, el cabal Sanjurjo, es el siguiente: Cabueñes es ya zona urbana; por tanto, constrúyase más. O sea, vamos a colmatar, que es la palabra que utilizan en el gremio urbanístico. O vamos a compactar, que es lo que repite la municipalidad después de haber descubierto el Mediterráneo, es decir, que la forma de crecimiento urbano más usual, práctico y económico es la de la extensión como una mancha de aceite. Pero la compactación a la que aspira el Ayuntamiento tiene más de pose -ahora progresista, antes del pasado régimen- que de sincero deseo. De hecho, es pretensión contradictoria con los desarrollos previstos para Castiello. Esto es, se compacta Castiello en sí mismo, con medias densidades que sabe Dios cómo van a quedar, pero no se compacta Castiello con el resto de la ciudad, salvo que Felgueroso obtuviera de Fomento otro ramal del metrotrén hacia dicha área.

En cambio, sí es cierto que Cabueñes está mejor comunicado por medios públicos, y dentro de un tiempo incierto lo estará también mediante el citado metrotrén. Sin embargo, algo nos da en la nariz que una función principalísima del urbanismo es la de poner límites a la presión inmobiliaria, tan humana en definitiva.

En cuanto a la dudosa compactación que abandera el Ayuntamiento, si fuera cierta, Gijón tendría que crecer desde sus bordes e incluso plantearse operaciones mucho más ambiciosas a largo plazo, como aquella que alguien ya enunció hace años: el continuo urbano llega hasta Tremañes, zona de polígonos industriales obsoletos por cuyas calles difícilmente entra un camión de varios ejes; en consecuencia, el traslado paulatino de dichas instalaciones a otra zona del concejo liberaría suelo para 10 o 15 años de edificación. Pero no vamos a presumir aquí de tener las cosas del todo claras. La desgracia es que el documento de prioridades del futuro PGOU nos ayuda bien poco a analizar el asunto. Tras el fracaso del PGOU de 2005, el Ayuntamiento no ha espabilado y vuelve a caminar por lo segado y por el cortoplacismo en un concejo cuyo suelo es cada vez más limitado.