Lo más chocante de la pelea entre los hinchas del Sporting y del Sevilla es la cercanía de las luces navideñas. Es evidente que no ha llegado la noche de paz. La bronca callejera después de un partido es como una resaca de épica mal digerida; un traslado de la pugna (ajena) en el césped a la batalla (propia) en el asfalto. Se podrá mirar para otro lado, pero estas cosas no pasan sin que algo las provoque y las haga posibles. El tiempo está maduro para correr en la calle, decía una canción de Bruce Springsteen. Pero ese tiempo era el verano, demonios, y no la tregua navideña ensombrecida por el humo de una trifulca. A Berlusconi, por su parte, parece que no le dio tiempo a luchar, o que sus guardaespaldas no dieron tiempo a que su agresor fuera más lejos. Uno tiene la impresión de que queda en Italia una necesidad escénica de estar a la altura de los clásicos; un recuerdo de la dignidad de César ante los puñales de sus asesinos. También una cierta conciencia de fracasar en el empeño. Le han abierto cráteres en la carne los metales, escribió Borges en un poema titulado «César» precisamente. ¿Habría broncas urbanas en la antigua Roma a la salida de los espectáculos circenses? ¿Se quedaba, por el contrario, la adrenalina en su sitio y la peña salía a la calle satisfecha? Lo malo de la Navidad es que, con su recuerdo de que no está de más ser feliz, pone en evidencia con sus símbolos el desorden del mundo. Por eso mola ver la carrera de cientos de personas vestidas de Papá Noel por las calles de Edimburgo. Añade el periódico que Escocia es uno de los países con más fervor navideño del planeta. Bueno, con nieve eso tiene menos mérito. ¿Y qué pasa en Glasgow si hay un Celtic- Rangers en Navidad?

Pues no se sabe. Desde luego, yo no lo sé pero me puedo enterar, tengo amigos escoceses. Nada está escrito, dice Peter O'Toole en Lawrence de Arabia. Esas palabras le cuestan una bronca. Lo que sí está escrito, felizmente, es «El papel de mi familia en la revolución mundial», libro de Bora Cosic publicado en España por Editorial Minúscula. Escrita con voz de niño, es una sátira hilarante de un trozo de la historia yugoslava. Un libro tan brillante también es una tregua. Después de jugarse la vida en el desierto, a Lawrence le esperaba un accidente de moto en una carretera de Dorset. ¿Estaba escrito? En fin, que el Sporting remonte. Y pídanle el libro de Cosic a los Reyes, o a Papá Noel. Sí, un marrón el gol de Kanouté. Paciencia.