Puede que, aconsejados por un buen asesor de comunicación (más o menos, lo que hace tiempo se llamó «agit-prop», o agitación y propaganda), el pasado día 12 los sindicatos obreros, muy criticados por su excesivo compadreo con el Gobierno, decidieron convocar una manifestación en Madrid sirviéndose para ello de una cita redonda. La convocatoria sindical tuvo lugar, y así constaba en la propaganda, «el 12 del 12 a las 12», y por si no bastaba, el manifiesto que se leyó al final del acto, y que resumía las reivindicaciones sindicales, no tuvo 5, o 9, o 16 puntos, sino, exactamente, 12.

¿Casualidad? No lo creo.

Hace tiempo (más o menos, desde que por la zona se asentó el capitalismo industrial), Occidente dio un salto de la teología a la ideología para interpretar y entender el mundo. Y de nuevo en Occidente, la ideología, hija de la modernidad, tal vez se esté viendo sustituida, en la actual era posmoderna, por la simbología, o, en este caso del que hablo, por la numerología.

Al margen del fútbol, la cifra que alcanzó más resonancia últimamente, por su significado simbólico, fue sin duda el 11, que ocupó el estrado desde el 11-S, se repitió el 11-M y ha quedado unida como uña y carne, desde que tuvieron lugar esos sucesos terribles, al oscuro mundo del terror islámico.

¿Y el número 12? Pues tampoco es moco de pavo, pero al revés o por lo contrario. Además de los doce dioses del Olimpo, los doce apóstoles, cristianos, las 12 tribus de Israel, los 12 meses del calendario o las 12 estrellas de la bandera de la UE, como saben, o debieran saber, los profesionales del Derecho, el 12 es el número que simboliza la perfección absoluta y que (no por casualidad) más se repite, en forma de tablas de la ley judicial -no con 10, sino con 12 números- en el edificio madrileño donde se ubica el Tribunal Supremo.

Así que quizá Méndez y Toxo, por la vía publicitaria, hayan dado un salto, aunque tardío, irremediable, de la ideología a la numerología, y encima, con la justicia y la ley a mano, que por si las moscas suelen ser buena compañía.

O sea, que nada que objetar. Aunque, eso sí, muchos críticos de CC OO y UGT (bastantes más de 12, por cierto) alegan que, aparte de haberla usado para dar un azote a la CEOE y una palmadita al Gobierno, con la manifa del pasado día 12 lo que han intentado, vistos su pasividad ante la crisis y su peloteo al Gobierno, es quedar bien ante el público montando el numerito.