Comenzamos el año ante dos opciones: o dejarnos llevar por el bla, bla, bla de Zapatero, es decir, que nos infunda pesimismo el ya viejo Bambi -nombre de guerra que le puso Alfonso Guerra hace unos cuantos años-; o encarar la vertiente optimista de las aristas más pronunciadas.

Vamos a por lo segundo y sea dicho en breve: este año 2010 se venderán pisos a espuertas, dicen los entendidos. Tal cosa no la afirmamos ni de manera irónica ni de modo que parezca propaganda de Serafín Abilio Martínez y de su cofradía inmobiliaria.

Veamos algunos datos muy negativos que, no obstante, apuntan hacia el optimismo. El Banco de España ha impuesto a bancos, cajas y demás financieras que amplíen sus provisiones para activos de la construcción. Es decir, que por cada piso que se coman -por impago de hipotecas o de promotores ahogados- tengan que amarrar en sus cuentas más dinero que hasta el presente.

Y como gracias a eso que ahora se llama «justicia poética» las ciudades se llenaron de bancos durante la opulencia, pero durante el derrumbe los bancos han rebosado de pisos, resultará que nuestras amadas entidades financieras podrán hacer dos cosas: o seguir comiéndose los pisos y mantenerlos en su balance -junto con el nuevo grillete que les pone el Banco de España-, o venderlos rápidamente, incluso con rebajas del 50 por ciento.

Aquí también entra en juego la «justicia poética»: en este país, gracias a la célebre «burbuja inmobiliaria», se han pagado cantidades fabulosas por un pisín de nada, de modo que este descuentillo de los bancos no hace más que dejar las cosas en su sitio.

Se calcula que en estas circunstancias de impuesta y justiciera rebaja saldrán al mercado -en subasta- unas 150.000 viviendas en los próximos meses. Y una oleada así impulsará al sector inmobiliario -siempre preocupado por el bien común- a disminuir también sus precios. Aquí es a dónde queríamos llegar. Feliz año de «justicia poética» (si es que se cumple).