Comedias de género troleril

Acto segundo. Siete días después. Personaje: La Verdad. En este caso, lleva un vestido con insignias de sindicalista del metal y de Arcelor-Mittal. Después de dar unas vueltas por el proscenio guiña un ojo a los espectadores y les dice: «Las inversiones grandes, hoy por hoy, no están encima de la mesa. Es muy difícil que teniendo nueve hornos altos cerrados en Europa una multinacional emprenda un aumento de producción».

Entremés. Escena primera. Decorado: el mismo que en el sainete anterior, el alto horno ha sido sustituido por un castillete. Aparece el Trolero Primero (viste de secretario general): «El PSOE es el único partido serio en Asturias y en España, y apoya sin fisuras Lada-La Velilla». Sale ahora un grupo de personajes, todos iguales, que hablan al mismo tiempo y caminan al compás; los uniformiza idéntica máscara: «El PSOE apoya sin fisuras Lada-Velilla, aquí y en España». A continuación, Trolero Segundo. Figura un ministro del Gobierno central y luce una guirnalda de bombillas en su cabeza: «Lada-La Velilla se contempla en la planificación energética y tiene el apoyo del Ministerio. Será una de las prioridades durante la Presidencia europea. Es buena para Asturias y también para León».

Escena segunda. Transcurre en silencio. El escenario se halla a oscuras. Sucesivamente van pasando por él grupos de personajes. Visten todos igual atuendo y al frente de cada grupo marcha uno que enarbola una pancarta. Una luz incide sobre ella y acompaña al conjunto, que queda en penumbra, mientras atraviesa de lado a lado. Pancarta primera: «El PSOE de Ayer/Aller se opone a la línea». Pancarta segunda: «El PSOE de León, en contra. Ni la quiere ni la necesita». Finalmente, tras un tiempo en que el escenario queda vacío, aparece un único individuo con un cartel entre sus manos, «Yo, Zapatero, con León».

Paso. Tranco primero. Al fondo del escenario una multitud aplaudiente y jaleante. De espaldas, tras un atril, interviene un orador que mueve su mano derecha como si estuviese catando moscas en el aire: «Pues yo os prometo que he de quitar el peaje de El Huerna».

Tranco segundo. Es de noche. Un grupo de operarios levanta en vilo y en silencio las casetas de cobro de peaje y las traslada unos kilómetros más allá, a la provincia de León.

Esperpento. Cuadro primero. Ministro de Exteriores: «No sabíamos que Marruecos nos enviaba a Aminatu Haidar contra su voluntad. No lo hubiésemos consentido». A continuación, una figura de mujer en forma de Vicepresidenta: «El Gobieernoo / no ha mentiidoo / en esta / cuestión / nii / mentirá». Después, el orador que cata moscas con su mano derecha -su voz es grave, como del que siempre dice verdades y asevera evidencias-: «Este Gobierno / no ha / mentido / ni mentirá. Pensarlo / es absurdo / y ridículo».

Cuadro segundo. Con posterioridad, en el Congreso. El Ministro de Exteriores del cuadro primero: «Mi homólogo marroquí me informó previamente a la expulsión. Yo le manifesté mi rechazo y mi condena».

¿Por qué lo hacen? Muy sencillo, han mentido tanto sin que nada pasase que ya no es que piensen que sus votantes los votan igual, aunque les mientan, sino que ahora tienen la certeza de que sus votantes los votan precisamente por eso, por engañarlos. Y, de paso, se echan unas risas, que siempre son buenas para la salud.

Aclaración: en la invención y representación de estas obras del género troleril han participado, entre otros: J. L. Rodríguez Zapatero (presidente del concepto discutido y discutible), Miguel Sebastián (ministro de Bombillas y Tipo Único), Manuel Fernández, «Lito» (caracterizado como La Verdad), Vicente Alberto Álvarez Areces (Califa), Javier Fernández (aspirante a Califa en lugar del Califa), tropiella de senadores y diputados del PSOE de Asturias y de León, militantes anónimos de ambos países.

A todos ellos, gracias por su colaboración en la redacción de este artículo.

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