Qué se puede decir tras haber tenido noticia de los vertidos al cauce del río Carondio? Lo inquietante no estriba tanto en averiguar las causas de semejante estropicio como en la inquietud e indignación que nos produce constatar que desde agosto a esta parte no se han tomado medidas por parte del Gobierno asturiano para paliar tamaña barbaridad.

¿Qué se puede pensar de esa partida presupuestaria, ya aprobada, que no acaba de llegar para la rehabilitación del monasterio de Cornellana? ¿Es que nadie se va a sonrojar por incumplir de un modo tan injustificable compromisos ya formalizados oficialmente?

¿Qué nos cabe esperar de lo que pueda llegar a suceder con los planes del Gobierno de Asturias para el Hospital de Cangas del Narcea? Primero fue dar marcha atrás en la construcción de un centro de salud en la ubicación inicialmente prevista. Después vinieron algunos globos sonda que no sólo crearon crispación, sino que además consiguieron que parte de la ciudadanía manifestase sus temores y descontentos.

¿Qué fantasma recorre el occidente asturiano para que aquí la mayor parte de las noticias hable de desastres medioambientales, de incumplimientos de decisiones oficialmente tomadas y de retrasos continuos en obras de infraestructuras?

A propósito de Carondio, se habla de espacios protegidos que pueden ser invadidos por parques eólicos.

A propósito del mayor núcleo de población del suroccidente asturiano, se consigue que a muchas gentes se les enciendan las alarmas en torno al futuro del hospital, que es de trascendental importancia para toda la comarca.

A propósito del sector ganadero, a pesar de que las explotaciones no hacen más que disminuir, el descontento es manifiesto, y lo menos que cabría exigir sería el apoyo de las instituciones autonómicas hacia este sector, apoyo que fuese más allá de las palabras y de los paternalismos tan impropios de la izquierda, si nos atenemos a su discurso ideológico (ji, ji).

¿Qué fantasma recorre el occidente asturiano para que nos estén sucediendo estas cosas? Y es que, miren ustedes, hay ofensas que son, sencillamente, insufribles.

No hace falta ser un sociólogo muy sagaz, a poco que se conozca la intrahistoria de estas comarcas, para percatarse del valor que tradicionalmente tuvo y tiene en esta sociedad la palabra dada. Entiéndaseme bien: no quiero decir con esto que se trate de algo exclusivo de esta parte de Asturias, sino que aquí se encuentra muy arraigado y que, en consecuencia, el sistemático incumplimiento, no ya de promesas, sino también de acuerdos oficialmente tomados y firmados, supone violentar algo que habita en el hondón del espíritu colectivo. Y, a resultas de ello, viene no sólo el escepticismo, sino también el rechazo inequívoco que supondrá que la mal llamada clase política figure entre los mayores problemas que tenemos, según el sentir y el pensar de la ciudadanía.

¿Qué fantasma recorre el occidente asturiano? ¿Acaso se pretende convertir a la ciudadanía, que no es más que un estorbo a la que resulta costoso proporcionarle servicios, en una especie de reserva india? Que no haya pastizales y sí parques eólicos. Que no sea necesaria la recogida selectiva de basuras, aunque se esté hablando de construir una gran incineradora en el centro de Asturias. Que tampoco sea del caso llevar a cabo los saneamientos en los pueblos ribereños, aunque no se renuncie a esbozar discursos con tórridas declaraciones de amor a nuestros ríos. Que no valga la pena restaurar monumentos que se dan cita con el arte y con la historia, como es el caso del monasterio de Cornellana. Si se abandona el Prerrománico en Oviedo, ¿para qué gastar tanto dinero en el patrimonio cultural de unas comarcas que se están despoblando? ¿Para qué?

¿Qué fantasma recorre el occidente asturiano para que la mayor parte de los proyectos que se prometen o bien no se cumplan, o bien se retrasen infinitamente?

¿Con qué cuajo vendrán por estos lares en 2011 a hablar de la autovía hasta Ponferrada o hasta Lisboa, como hicieron en 2007 cuando aún no se había llegado a Grao? ¿Con qué temple se atreverán a hablar de la protección al campo y al sector ganadero cuando desde 2007 la situación no hizo más que empeorar?

¿Con qué perorata se atreverá a comparecer la coalición IU y los Verdes, cuando las agresiones medioambientales, con su apoyo más o menos explícito, al formar parte del Gobierno, se vinieron produciendo desde entonces?

¿Qué fantasma recorre el occidente asturiano que cada vez nos sentimos más cerca de estar siendo tratados, insisto, como una especie de reserva india que resulta una rémora para muchos proyectos que serán recordados, que diría Lorca, como agresiones que «a las piedras hacían llorar»?

Proyectos irrespetuosos con tesoros paisajísticos, políticos que son unos virtuosos a la hora de prometer lo que no van a cumplir.

Si esto no es caciquismo, que Romanones resucite y nos diga entonces cómo diablos debemos conceptuarlo.