Se retiran los «Scorpions». Uno no sabe mucho de la tribu heavy, pero 75 millones de discos vendidos son una pasta. Alguien debería, si no lo ha hecho nadie ya, dedicarles una calle como hizo Vallecas con «ACDC». La placa desapareció de su sitio varias veces porque los fans son gente que persevera. Bien mirado, no todo el mundo puede decir que le han dedicado una calle; mucho menos, que la placa ha sido robada por admiradores: eso es devoción. «ACDC» se formó en Australia, un país muy acogedor. Kate, tienes competencia ahí abajo, vendrían a decir las pancartas con que las mozas australianas recibían hace poco al príncipe Guillermo. Como Down Under es, en inglés informal, la forma de referirse a Australia y Nueva Zelanda, la pancarta podría ser polisémica. Ahí abajo están los dos países, tan lejos de la vieja Europa. Y te acuerdas de Gallipoli, donde Mel Gibson tenía pinta de actor. Sonaba el adagio de Albinoni cuando los soldados australianos desembarcaban, listos para ser hechos fosfatina por las ametralladoras turcas. Las órdenes de los oficiales turcos no eran dobladas en la película, lo que de inmediato les convertía en Los Otros. Y los oficiales ingleses mandaban a la muerte a los chicos de Down Under sin despeinarse, la peli era en eso bastante reivindicativa. Aquel marrón le costó el puesto a Churchill.

El que no se retira, a diferencia de los «Scorpions», es Jordi Pujol, que da una entrevista en el periódico. Las arrugas que se le ven en la foto acentúan, en vez de ocultarlo, el núcleo de la expresión del antiguo president. Es muy listo, sólo por eso ya se agradece su presencia de vez en cuando. Habla con fluidez, desdeña secretamente la torpeza ajena y sortea con notable habilidad los trapos que, por poco limpios y más cercanos de lo conveniente, pudieran incomodarle. Como ahora sale poco, cuenta además con la sorpresa a favor. La sorpresa es necesaria en la vida en la misma medida en que el tedio es odioso. Un ciervo ha sido visto por las calles de Zamora, eso es una sorpresa. Un secreto reproche también. El ciervo ha sido capturado por la Policía y los Bomberos; leído así, suena fatal. Como Zamora no se ganó en una hora, es de suponer que el ciervo tardó lo suyo en internarse en las calles de la ciudad. Si en vez del rey Sancho, que se dejó allí el pellejo, quisieran ganar Zamora los teléfonos móviles, lo harían sin despeinarse. Y en un santiamén. Son un atraco. Naomi Campbell fue pionera en el arte de tirarlos y acabó la pobre fotografiada escoba en mano. Mundo de locos.