Antes, cuando las moscas en las tabernas eran parte de la ambientación y los números de la Benemérita patrullaban en pareja, provistos de tricornio y capote -y nos ponemos en plan abuelo Cebolleta- en aquellas pequeñas cabezas de partido judicial perdidas por las Españas, la relación entre los profesionales de la Justicia -jueces, abogados, fiscales- era bastante fluida para lo bueno y para lo malo. Eran pocos y se veían casi todos los días. Así que, como no podía ser de otra forma, los asuntos se ventilaban también en bares o casinos. Un día, una de aquellas señorías, mientras echaban la partida, va y anuncia a la concurrencia que va a fallar un pleito a favor del patrocinado de un joven abogado, allí presente, por valor de unas veinticinco mil pesetas. Entonces, el casi imberbe jurisperito se espanta y pide al juez que rebaje la cantidad a unas cinco mil: «Es un buen hombre, pero es gitano. Si se encuentra entre las manos tanto "parné" de una tacada, seguro que se estropea y lo malgasta». Pensolo dos veces aquel árbitro periférico y sentenció por valor de los mil duros. Años después, cuando aquel joven defensor de los intereses ajenos circulaba por otros foros, contaba ufano la anécdota: «Fijaos si estuvo bien hecho y era cantidad más que suficiente que el gitano, agradecido, todavía me manda un jamón cada Navidad».

Estos días, no se habla de otra cosa que de los viajes institucionales de las autoridades de la región. En realidad, se trata de misiones comerciales donde una serie de empresas solicita la presencia de los gubernamentales autonómicos para reforzar sus posiciones en los mercados de aquellos países, para desfacer algún entuerto, agilizar ciertos trámites o fomentar las inversiones extranjeras en la provincia, según los casos. Lo hacen todas y cada una de las diecisiete regiones españolas. Y allá se van en piña, autoridades, opositores, empresas, sindicatos, patronales y otras entidades para dar lo mejor de sí mismos y trabajar. Así lo hacen también los de mi provincia. Algún resultado positivo se debe de obtener, porque las empresas insisten y todos los años se organiza algún viaje de este tipo. Pero, como nunca llueve a gusto de todos, otro aparentemente lúcido abogado -éste bastante más entrado en años que el anterior-, a la sazón jefe de la leal oposición regional, nos ha salido con la cantinela, ciertamente demagógica, de que los tales viajes vienen a ser una especie de giras turísticas y que empresarios, autoridades y demás representantes prácticamente se van de holganza durante unos días a cargo del procomún.

A la voz de Ovidio Sánchez, el jefe del PP nuestro de aquí, le han contestado «sensu contrario» todos los interesados -y hasta desde su popular casa le han llevado la contraria- por la salida de pata de banco. A lo mejor, lo que tienen que hacer las empresas es marcarse un «pool» para mandarle un jamón por Navidad, aunque no de muchas jotas, que sólo es de la oposición.