Se ha desvelado la veladura que dejaba ver casi todas las velas que en sectores del PSOE le colocaban a Javier Fernández para que sea el candidato del partido en las elecciones autonómicas de 2011. Causa extrañeza que un partido tan orgánico y disciplinado se haya guiado hasta ahora con insinuaciones constantes sobre el relevo de Vicente Álvarez Areces, pero más perplejidad produce que se hayan quitado la capucha tan de pronto y hayan lanzado a Fernández a la palestra varios meses antes de lo previsto y sin estar amarrado el futuro de Areces ni su aceptación pública del suceso.

Y aunque todo ello sean cuitas internas del PSOE, este paso tiene efectos sobre la gobernanza del Principado. Los tiempos son los peores, a la vista de la fragilidad de Zapatero y de su yenka para arrimar medidas que alivien la crisis económica del país. Una crisis que seguramente tendrá consecuencias para Asturias en cuanto a las infraestructuras, que siempre es de lo que más se habla.

Pero también percibimos una circunstancia delicada dentro del PSOE estatal. Alguna cabeza del partido ha dicho que hay que provocar rápidamente una crisis de Gobierno y otra ha planteado que se cree un Gobierno de concentración para salir del atasco. Es decir, que la veda parece abierta.

Y es en ese marco cuando el PSOE asturiano nos dice que Madrid ya ha dado el visto bueno a que no continúe Areces, el político que ha ganado en todas las convocatorias electorales a las que se ha presentado, en Gijón y en el Principado.

Desde este último punto de vista, el linchamiento es evidente y la furia interna que lo produjo debe de ser intensa. Aquí hemos criticado siempre algunos tinglados de Areces, pero reconocemos su fuerza e inteligencia. Este fin que le suministra su propio partido nos parece injusto e incluso peligroso para el propio PSOE, no para sus cálculos internos, sino en la imagen que puedan cosechar a partir de este momento en Asturias.