El Foro Económico Mundial, más conocido como el Foro de Davos, es una fundación que reúne todos los años en Suiza a los principales líderes empresariales, políticos, periodistas e intelectuales con el fin de analizar los problemas que tiene planteados como reto el mundo. Fundada en 1971 por el profesor de Economía Schwab, esta organización no está ligada a intereses políticos ni tiene ánimo de lucro. Su misión se define como «el compromiso de mejorar la situación de las naciones» y está financiado por las aportaciones voluntarias de cien empresas que tienen la característica común de que facturan cada una de ellas anualmente más de 5.000 millones anuales de dólares.

La Asamblea de Davos ha cumplido 40 años en la reunión de enero de 2010, inaugurada por Sarkozy, y a la que han acudido 2.500 altos directivos de empresas y políticos (55 gobiernos han estado representados), entre ellos figuraba nuestro presidente ZP. Las discusiones han girado bajo el lema «Repensar, rediseñar y reconstruir», haciendo alusión a la necesidad de reformas en todos los ámbitos, desde el sector financiero y la lucha contra la pobreza a los retos medioambientales. Ustedes se preguntarán: ¿esto significa que el citado Foro ha aportado soluciones a estas cuestiones tan actuales?... La respuesta es que no.

No deben olvidar, queridos lectores, que la economía cada día se parece más a una ciencia forense, que te explica de qué ha muerto el individuo, pero casi nunca acierta a salvarlo. Lo que han tratado todos estos gurús, en esta ocasión, ha girado en torno a la generación de ideas, discusiones e intercambio de opiniones, pero sin una conclusión práctica. Lo que no cabe duda es que Davos se ha convertido en una pasarela con escaparate a nivel mundial. Como les decía, el presidente Zapatero, después de varios años de ausencia, decidió acudir y? ¿saben ustedes por qué?, pues porque en esta reunión se han analizado y examinado los países que no van bien y España cotiza claramente a la baja.

Con una economía que en 2010 seguirá en recesión (la única de los países desarrollados), con una tasa de paro del 19% de la población activa y un déficit público del 11,5%, el diagnóstico ha sido que nuestra nación está mucho peor que las otras que ya han empezado a crecer, por lo que los negocios que tienen aquí los empresarios de Davos no van bien, y esto redunda en que España tiene un serio problema de imagen y credibilidad motivado por las mentiras del Ejecutivo sobre la crisis y las medidas aplicadas para gestionarla. En este escenario se ha comentado el fracaso de la política económica española, provocando miedo a invertir en nuestro país con la desastrosa consecuencia de que el Tesoro tiene que pagar cien puntos básicos más que Alemania para colocar los bonos del Estado.

El presidente Zapatero acudió para tratar de verter confianza con el lema autocomplaciente de que «España es un país serio que siempre ha cumplido sus compromisos», pero ha cometido el grave error de aceptar compartir tertulia con el presidente de Grecia y el de Letonia (ambos países al borde de la insolvencia). Al día siguiente de su vuelta, se anunció que el Gobierno procedería a estudiar y a aprobar un plan de austeridad recortando inversiones en infraestructuras, cuando la medida correcta es disminuir el gasto corriente (sueldos de funcionarios, gastos de las administraciones? etcétera) y no los proyectos de obra pública. Parece que les cuesta aprender que la credibilidad no se restaura en un día, sino tomando decisiones serias y llevando a cabo reformas que nos permitan reconducir la mejora de la productividad.