La etimología de la palabra familia no se ha podido establecer con exactitud, hay quien afirma que viene del latín fames (hambre), otros encuentran sus raíces en diversos términos. Hay múltiples definiciones de familia: agrupación social que se basa en lazos de parentesco; en biología, la familia es una unidad sistemática y una categoría taxonómica situada entre el orden y el género; en economía se entiende a la familia como un agente económico que consume, ahorra, invierte y ofrece servicios de trabajo; «Familia» fue la primera película de Fernando León de Aranoa? Hay otras definiciones curiosas como la siguiente: gente que traba negocios, chanchullos y afectos, esta definición es quizá la que afecta a esta columna. La familia que traba negocios, chanchullos y afectos.

Hoy, que los problemas se multiplican, que el paro crece, que muchísimos ciudadanos-as empiezan a desesperarse por su situación, cada vez resulta más insoportable comprobar que existen colectivos o grupos denominados «familias», los hay en política, en la empresa pública y en la privada. En la privada es lógico y normal que si el padre es el fundador de una empresa sitúe a sus hijos al cabo de un tiempo al frente de su negocio, también es lógico que contrate a sobrinos, a las nueras y a un primo lejano que había ido a probar fortuna a México. Hasta aquí, todo normal, un señor que con sus ahorros monta un negocio que resulta próspero y sitúa a toda la parentela al frente y digo yo: ¿quién mejor que la familia para perpetuar un negocio?

El problema viene cuando una familia se quiere perpetuar, pero no en una empresa hecha a golpe de euros propios, sino en una empresa pública, semipública o en la Administración. Hay una anécdota que circuló mucho tiempo en Asturias, era un cargo de la Administración que cada vez que iba a una reunión de sanidad, de agricultura, de industria, de lo que fuera, nada más entrar decía siempre la misma frase: «¿No habrá ná pa'l mi chaval?». Al resto ya los tenía colocados y sólo quedaba uno. Sus propios compañeros estaban «fritos», se reían y hasta lo ridiculizaban por detrás, pero por aquello del que la sigue la consigue, a costa de ser pelma, lo consiguió, el chaval se colocó y bien colocado.

Usted o yo por más que insistamos con lo de colocar al chaval no nos va a hacer caso ni el que pasea al perro. Hay que estar en el lugar adecuado para conseguir cosas para el chaval y tener estómago, que eso también es muy necesario. Hoy todos hemos oído casos de familiares en puestos y lugares, no porque se los merezcan, sino por la parentela. A nadie le importa lo de la igualdad de oportunidades, lo de la igualdad en los derechos y ahora, más que nunca, por la precariedad del trabajo resulta inmoral, igual que lo resultaba antes, que algunas personas puedan utilizar cargos en beneficio propio.

Lo peor de esta historia es que no se reduce a sitios concretos, es un mal nacional y los que lo practican no son de un solo color, son un arco iris de colores. Colocar y colocar, y no ladrillos precisamente, aunque en la mayoría de los casos lo que encajan son en realidad auténticos «ladrillos».

A todas y todos buena suerte.