Zapatero ha vuelto por donde solía: confunde los medios con los fines, así que igual que antes aseguraba que lo fundamental era dialogar -sin que se supiese nunca con qué meta- ahora, ayer mismo, ha puesto el acento en el consenso -los socialistas dicen arrimar el hombro y el Rey tirar del carro: ustedes verán-, pero sin concretar nada. El consenso por el consenso como el diálogo por el diálogo.

A mi juicio es muy fácil entrar en detalles y evitar salidas por la tangente. Mismamente el PP quiere incrementar la nuclearización de España y el PSOE no. ¿Dónde se pone el consenso? Sospecho que ZP entiende por tal que se haga lo que él dice y punto. O sea, ni siquiera cuarto y mitad de central.

La situación de España es dificilísima y si cabe un punto de acuerdo es precisamente sobre ZP. Sólo se podrá llegar a un consenso positivo si primero se va para casa.

Rajoy dijo ayer lo elemental: sería irresponsable que se hiciese corresponsable. Cierto, el que la hace la paga. Pero ZP quiere hacerla él y que la paguen los dos, o mejor aún, sólo Rajoy. De risa. De pena. Ni un tipo tan fácil de engañar como el político gallego podría picar en ese trance.

¿Y qué más? Rajoy pidió a los diputados socialistas que echen a Zapatero que, claro, le replicó: póngame usted una moción de censura.

Elemental. Rajoy respondió con un razonamiento torpe. Si me salieran los números parlamentarios, dijo, usted no estaría en el banco azul.

Torpe porque es, por una parte, obvio y por otra, erróneo.

Quiero decir que Rajoy debe presentar ya la moción de censura con un solo punto programático: convocatoria inmediata -o lo antes que permita la ley- de elecciones generales y si los españoles queremos salvarnos ya sabremos lo que hay que hacer.

Ahora o nunca, porque sólo unos meses más y la situación puede degradarse tanto que quizá el PP se vea arrastrado al fondo del pozo y no haya ni siquiera alternativa.