La crisis afecta a todos; aún más si cabe a marginados y desvalidos. La disminución del lacerante paro es el primer objetivo de los gobiernos y de la sociedad; igualmente en el nivel europeo. Hace falta una gran visión como país en las grandes medidas de carácter económico sin olvidar, no obstante, el aliento a lo que, en la base social, realizan tantas personas, desinteresada o profesionalmente. Es el esfuerzo admirable de gentes maravillosas, instituciones y ONG. La introducción del salario social supuso un salto cualitativo en prestaciones y concepción del Estado del bienestar. Debemos defenderlo entre todos, empezando, sin embargo, por la estabilidad económica, pues de nada vale una política progresista en el gasto si el flujo de caja se desequilibra.

Hace unos días, dialogaba con Marisa, una trabajadora social, amiga desde hace muchos años, a través de la que conozco la temperatura preocupante de la marginación más radical. Todos los buenos ciudadanos, en el sentido ejemplarizante que daba Séneca, están concernidos, no sólo por el pago de impuestos, en la solución humana de problemas sociales. No es cuestión tampoco de etiquetas partidistas. Mi mayor admiración ha estado con Vicente Ferrer, con Mohamed Yunnus, con el pixueto don Ángel Cuervo, que laboraba en Cáritas, con el padre Ángel, de La Cruz de los Ángeles, con don Rubén, pastor evangélico, que lo hacía con el colectivo gitano, con las monjitas de la Cocina Económica, con la iniciativa de Calor y Café, con Paco, Jorge y Aida, en Cruz Roja y en emigración, con Proyecto Hombre, con quienes ayudan a discapacitados, enfermos y ancianos? con los que se asocian para neutralizar los efectos de algunas enfermedades, (¡Oh, Caminín Tartière!)...

En Oviedo, hay una Fundación casi desconocida, pero conceptualmente encomiable, a favor de los llamados «pobres vergonzantes» en terminología decimonónica, impropia sin duda hogaño. Conocí a Luis González Herrero, que la instituyó para los que evitaban se conociese su mala situación; aspecto éste que también ha merecido consideración, me consta algún caso significativo, de Cristina Masaveu y su Fundación.

No me cabe la menor duda de que la recuperación económica se acabará produciendo, pero las bolsas de marginación son sistémicas. Las diferencias sociales son abismales y la pobreza se enquista. Lo predicaba, incansable, el famoso abate Pierre (q.e.p.d.) en su visita al Parlamento europeo, aquí, en Bruselas, durante la legislatura anterior.

La generosidad frente a esta egoísta sociedad no sólo precisa aportaciones económicas y fiscales, que también, sino humanas muy en primer lugar. De ahí, que la aportación y la entrega de cada persona sea abierta, posible e ineludible, ideologías aparte.

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