Cien años de Isaac Albéniz, cuya obra más célebre es precisamente Asturias; setenta años del Instituto Ramiro de Maeztu, donde estudió Letizia Ortiz, la Princesa de Asturias; treinta de la Movida madrileña? Se celebran, se han celebrado o se celebrarán estos días curiosos aniversarios de acontecimientos del mundo del arte, de la música especialmente y de la intelectualidad. Y menciono el Ramiro porque en él estudiaron y de allí surgieron los «más músicos» de los intérpretes del emergente pop español de los años cincuenta y los sesenta del pasado siglo. Si ahora hace treinta años que la Movida madrileña dio sus primeros pasos en la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica, hace cincuenta iniciaron su andadura en el instituto de la calle de Serrano «Los Pekenikes».

Fue un grupo eminentemente instrumental que comenzó, como todos los de la época, versionando canciones de conjuntos extranjeros («Apache», «Jinetes en el cielo»?), pero que en seguida se convirtió en una moderna miniorchestra, sin los componentes de una sinfónica o una filarmónica, pero con músicos polifacéticos, que podían tocar varios instrumentos, incluso dentro de una pieza, y que hacían rock progresivo antes incluso que muchos grupos de renombre internacional. Y tras interpretar en «ritmo pop» música clásica («Aria», de J. S. Bach, o «Romance anónimo»?) y popular («Los 4 muleros», «El vito», «Embustero y bailarín»?) empezaron a componer un pop de calidad, con una musicalidad digna de «monstruos» experimentales como «The Shadows» o «The Beatles».

Sonaban entonces diferentes instrumentos de viento, cuerda, metálicos, de percusión con magníficos solos de guitarra, flauta, trompeta, saxofón, del recién estrenado sintetizador. Y así nacieron títulos romántico-medievales como «Lady Pepa», «Frente a Palacio», «Robin Hood», «Hilo de seda», «Persépolis», «Aladino»?, etéreos como «Trocos huecos», «La vieja fuente», «Trapos viejos», «Olor a rosas» y misteriosos como «Hechizo», «Cuchipe» o «Tren Transoceánico a Bucaramanga», por señalar algunos entre el centenar de canciones interpretadas por unos estudiantes de Medicina, Física, Ingeniería, Económicas, Arquitectura? pero amantes de un pop casi académico.

Aquellos chavales del Ramiro (Alfonso y Lucas Sainz, Ignacio Martín Sequeros, Tony Luz...) a los que luego se unieron Juan Pardo, Gasca y García Vega, entre otros, no tuvieron la oportunidad de contar con un Richard Lester para el cine como el cuarteto de Liverpool, pero popularizaron programas de aquella incipiente televisión, como «Escala en Hi-fi», cuya sintonía era «Arena caliente», de los hermanos Sainz; fueron también sintonía de emisoras como Radio Melilla («Palomitas de maíz»), de series como «Crónicas de un pueblo», o banda sonora de españoladas comedias como «La tonta del bote» (con Lina Morgan) o «Escuela de enfermeras». Y también llevaron a los programas musicales de la autárquica televisión española estupendas versiones pop de obras como «Sombras y Rejas», en una interpretación libre de la suite «Iberia», de Isaac Albéniz, y su célebre movimiento Asturias.