Un grupo salvaje agredió ayer a Rosa Díez, líder del UPyD en la Facultad de Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona. Como aquí, hace nada, en Económicas, con José María Aznar. Atacan a quienes más temen.

Vuelven los brotes negros. Recuerdo cómo unos matones progres persiguieron a Gallardón incluso por los túneles del metro y en Oviedo cómo atacaron a la ministra Pilar del Castillo, y qué decir de la violación de la jornada de reflexión y el consiguiente acoso a las sedes del PP. Menuda legitimidad tuvieron aquellas elecciones. Y los separatistas aún peor. Por cierto, el bloque en el poder está constituido por los nacionalistas y los socialistas. Ustedes ya me entienden.

Ahora que en las encuestas el PP, a pesar de su dontancredismo, saca cerca de ocho puntos al PSOE, reaparece con fuerza el matonismo callejero, sobre todo en la Universidad, que es el teatro sagrado de la izquierda desde hace medio siglo, aunque, como se ve en Oviedo, la mayoría sea de derechas, pero ya se sabe que los conservadores son gente de ley y orden, y aunque estén en relación de dos a uno o de tres a uno, no son capaces de hacer frente a los violentos.

En todo caso, las agresiones dejan una pista clarísima: van dirigidas a quienes más defienden la idea de España, sea Aznar o Rosa Díez, así que eso es lo que más les preocupa.

España no se arregla entre todos porque no está estropeada como si fuese una lavadora y porque, además, los culpables del desastre obviamente no pueden formar parte de la solución. Además, en esa tristemente famosa campaña de los millonarios, el Gobierno socialista y los de la ceja, no se cita el nombre de nuestra nación, se ve que sigue resultándoles incómoda.

La solución a los gravísimos problemas que tenemos debe empezar por la defensa de la nación, y ahí Aznar y Díez están en vanguardia. Por eso los atacan. Y es que la mejor medicina a la enfermedad de España es el patriotismo.