Hace un mes que el Ayuntamiento avilesino anunció que ha puesto precio (8.100 euros) a quien facilite informaciones para la devolución de un retablo y una imagen desaparecidos -en plena Guerra Civil española de 1936-1939- de la capilla. Un singular monumento hoy encastrado entre el antiguo templo de los Franciscanos y las traseras de varios edificios, que lo asfixian, haciéndolo formar parte de un patio de luces, con tendales incluidos, lo que constituye el más vergonzoso espectáculo -y el mayor insulto al arte- que contemplarse pueda en Avilés.

Ahora la capilla va a ser restaurada, dado el deterioro interior y exterior, y rebrota el asunto de la desaparición de las joyas artísticas que atesoraba.

Las guerras, aparte de la tragedia humana, generan en el terreno artístico un tinglado comercial de astronómicos perendengues monetarios. Reciente está el saqueo efectuado en el museo y en la biblioteca nacional de Bagdad, que pocos dudan que fue intencionado y planificado. Tan extendido está este mercado artístico que Interpol tiene paginas web y operativos policiales dedicados exclusivamente a él.

El retablo en cuestión (siglo XV), de procedencia inglesa, está compuesto por siete tableros de 50 por 25 o 50 por 15 centímetros, y bastantes expertos le adjudican un valor incalculable. El histórico intelectual asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos tiene escrita su particular opinión sobre el valor artístico del retablo: «Hay un retablo de madera en que están metidos varios bajorrelieves de mármol blanco (alabastro), si despreciables por el dibujo, muy venerables por la antigüedad de su escultura».

Nunca es tarde si el retablo es bueno. Y lo es para la mayoría de los especialistas.

Y es sorprendente que desde su desaparición hasta ahora ninguna institución nacional, regional o local se haya tomado la más mínima molestia en establecer unas bases mínimas de investigación entre dos teorías: una que asegura su destrucción por integrantes de uno de los bandos (el republicano, en este caso) y otra que señala que retablo y Virgen fueron puestos a buen recaudo por integrantes o simpatizantes del otro bando (el del «alzado» general Franco), y aseguran que forman parte de alguna colección privada, cuando no de algún museo en país extranjero.

Pero de ambas teorías nunca nadie aportó pruebas. Puede que ahora sea el momento en que alguien largue algún cabo por pequeño que sea (por colaborar, yo brindo esta dirección: http://blogs.lne.es/vialactea/), que permita tirar de esta cuerda a la que están atados el misterio de un retablo y una Virgen pertenecientes al patrimonio del pueblo de Avilés.

Cosa sagrada. Se mire como se mire.