Las fuerzas en juego eran las mismas antes del accidente de tráfico sufrido por Corrales y la consiguiente dimisión que después. Sin embargo, hasta aquella noche de Comadres el alcalde era del PSOE y, posteriormente, ahora, es del PP. ¿Qué sucedió entonces?

En el océano de pequeños sucesos y anécdotas dizque trascendentes no se encuentra la respuesta. En la teoría de las catástrofes, de René Thom, sí. Por cierto, Thom estuvo hace siglos en la Laboral, en un congreso organizado por Gustavo Bueno: qué diferencia entre aquellas austeras y sesudas sesiones, de verdadero alcance internacional, y el camelancio paleto y multimillonario que ahora se ofrece en el mausoleo de Girón de Velasco.

A lo que iba, una pequeña variación -la dimisión de un alcalde- puede dar lugar a un terremoto -el cambio de signo político en la gobernación del cuarto municipio de Asturias-, según Thom.

¿Cómo es posible? Porque el contexto llevaba tiempo cambiando y la dimisión simplemente permitió que se manifestase la novedad larvada.

Concretando, que es gerundio: no hay ya duda del desplome de las expectativas electorales socialistas en Asturias, sea con Areces o Fernández, y en toda España vía ZP o Pepiño, y de la simultánea mejora de las posibilidades del PP en España, con Rajoy al frente, y aun más en Asturias, con la mera eventualidad de un desembarco de Álvarez-Cascos.

Así las cosas, los pequeños grupos independientes de Siero aprovecharon la dimisión de Corrales para cambiar de caballo y se han ido con el popular Noval. Y los socialistas del SOMA -Llaneza ya demostró hace casi un siglo su maravillosa flexibilidad- han empezado a ponerle la alfombra roja al que fuera general secretario del PP. ¡Ay, si los popes del PSOE astur hubiesen asistido a aquella conferencia de Thom!

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente la obertura «Coriolano», de Beethoven).