Seguramente será una manera de que elevemos ese bajo rendimiento académico que dicen tenemos los españoles. Y si es así, igual hasta tenemos que estar agradecidos a las compañías eléctricas por este cambio de tarifas. Llevo meses haciendo cuentas, revisando facturas, cuadrando lecturas del contador de la luz y sigo sin salir de mi asombro, sin abandonar la duda de si será una broma (pesadísima, claro), o me estarán timando abiertamente. No consigo saber cuánto me van a cobrar en cada recibo, pero desde luego he mejorado mucho en matemáticas, con la de años que hacía que yo no dedicaba tanto tiempo a sumas, multiplicaciones, y hasta divisiones y restas.

Este nuevo invento de la «lectura estimativa» hace que mi vida no sea en absoluto monótona. Paso los meses pensando ¿tocará pagar este mes la luz?, ¿tendré suficiente dinero en el banco cuando me llegue la factura? Y es que tras el alivio de haberme librado de la cuota de luz algunos meses seguidos comienza a entrarme el temor por el instante en que me llegue por fin la ansiada factura para abrirla con prevención y cuidado no vaya a ser que la abultada cifra provoque algún deterioro repentino en mi salud. Vivo en un sin vivir, o lo que es lo mismo, en una perpetua emoción gracias a las compañías de la luz, que están en todo.

Incluso he llegado a ver con mis propios ojos lo que nunca había pensado que pudiese pasar: que una compañía eléctrica me devolviese dinero. Eso sí, después de habérmelo cobrado de más en el recibo anterior. Y es que, aunque llevo unos meses intentando que me expliquen por qué de repente han decidido estimar mi consumo de la luz en el doble de lo que es habitual (supongo que preveían un invierno muy, muy frío) sólo he conseguido de una amable telefonista la seguridad de que me devolverían el dinero, aunque yo insistiese en intentar aclarar por qué me lo quitaban primero, si era mío.

En fin, que he llegado a la conclusión de que las compañías eléctricas además de ayudarme a mejorar mi anquilosado manejo de las matemáticas, está favoreciendo una muy altruista y nada egoísta imagen de mi persona al dejarles utilizar mi dinero una temporada en vez de tenerlo guardado en el banco como una usurera cualquiera. Una buena obra que alguien me agradecerá. La compañía eléctrica de turno, supongo.