Que el acuario de Gijón haya ocasionado a las arcas municipales, desde su apertura en junio de 2006, un desembolso de 6,2 millones de euros, pone de manifiesto la ligereza con que, en ocasiones, se proponen en esta ciudad actuaciones faraónicas cuyo mantenimiento repercute, a la larga, en el bolsillo de todos los ciudadanos. Es preciso recordar que el acuario, uno de los proyectos estrella del actual mandato municipal, sólo tuvo superávit en su primer ejercicio. Los tres restantes desde su apertura han sido deficitarios, según revela la cuenta de explotación de la Sociedad de Equipamientos Acuariológicos de Gijón SL. Esta es la causa, y no otra, por la cual el equipo municipal de gobierno ha decidido cambiar el modelo de contrato para la gestión del acuario, pasando de uno por servicios a otro por concesión, mucho menos lesivo para la cuenta económica del Ayuntamiento.

La principal novedad del nuevo modelo de gestión del acuario, cuyo pliego de condiciones aprobó el pasado martes la Junta de Gobierno del Ayuntamiento, reside, en la práctica, en la desaparición del canon anual (260.000 euros) que el Ayuntamiento abona a la empresa gestora de la instalación, la cual deberá asumir, cuando el nuevo contrato entre en vigor, todos los gastos, salvo el pago de la factura energética y el canon por el uso de suelo que hay que abonar a la Autoridad Portuaria, propietaria de los terrenos, y que correrán a cargo del presupuesto municipal.

Que el acuario, una instalación por otra parte digna y bien equipada, requiere de inmediato mejoras en su oferta expositiva e iniciativas que hagan su visita más atractiva lo pone de manifiesto la paulatina merma, año tras año, del número de visitantes. Así, se ha pasado de los 252.000 en el primer ejercicio a los 143.908 de 2009, la cifra más baja desde la apertura del recinto. El nuevo contrato, que entrará en vigor el próximo mes, establece que el Ayuntamiento sólo se repartirá con la empresa concesionaria los beneficios obtenidos por encima de los 165.000 visitantes. De mantenerse el nivel actual de visitas, las arcas municipales no recibirían ni un solo euro de los ingresos que genere el acuario.

De poco consuelo sirven las palabras de la alcaldesa, quien el pasado jueves reconoció que el equipo de Gobierno «ya sabía que con el acuario perderíamos dinero» y que la instalación necesitaría «apoyo municipal, como el resto de los acuarios», para un día después desdecirse y asegurar que en el balance de estos primeros cuatro años de existencia el acuario había generado un beneficio de 27.982 euros. Pero una cosa es la cuenta de explotación de la empresa y otra bien distinta la aportación anual que el Ayuntamiento ha tenido que hacer, durante cuatro años, para sostener el despegue de la instalación.

Será difícil, en un escenario de reducción del número de visitantes, conseguir que el acuario de Gijón sea rentable, pero ése ha de convertirse en el principal objetivo de la empresa que consiga la nueva concesión. Sorprende, por otra parte, que el pliego de condiciones se apruebe y se anuncie con menos de un mes de antelación a la finalización del actual contrato, el 9 de junio, y en vísperas de la temporada veraniega, la que genera un mayor número de visitantes, lo que sin duda dará pie a pensar, como ya ha denunciado la oposición, que existe interés municipal en que la empresa que lleva actualmente la gestión del acuario siga al frente de la instalación durante dos años más, prorrogables a otros dos.

Si no llega a ser rentable, al menos ha de conseguirse que el acuario de Gijón no resulte, como hasta ahora, un dispendio para el erario público. En un escenario económico de fuerte recesión, el Ayuntamiento está obligado a otorgar prioridad a unas actuaciones sobre otras. Y en este momento es obvio existen en el municipio necesidades más urgentes que resolver.