La crisis económica está afectando a las universidades de todos los países debido a la reducción de sus ingresos, bien del presupuesto público o de las donaciones de corporaciones (este capítulo no afecta a las universidades españolas). En muchos casos, entre un 50 y un 80% de los jóvenes graduados no encuentra trabajo al finalizar los estudios, lo que da lugar a problemas muy graves. Las consecuencias de la crisis son: rescisiones de contratos a profesores, disminución del número de alumnos que pueden ser admitidos y, lógicamente, reducción de los fondos para docencia e investigación. La situación está provocando un replanteamiento sobre la misión de la Universidad y las estrategias que han de adoptarse para su supervivencia. La crisis no afecta por igual a todas las universidades de la UE y, a título de ejemplo, se hace a continuación un somero análisis de la situación que atraviesan las universidades del Reino Unido y España (países que en el pasado fueron grandes imperios).

La Universidad en el Reino Unido. La Universidad británica es fundamentalmente pública. Sin embargo, los costes de matrícula que en el pasado eran prácticamente gratuitos para alumnos británicos y de la UE, han aumentado enormemente en los últimos años. El estudiante suele acudir a préstamos bancarios, que se compromete a devolver una vez se gradúa y obtiene un trabajo. Es bastante común que los estudiantes acaben sus estudios con deudas de 25.000 euros. Para los alumnos no británicos el coste de la matrícula es muy superior, pero las universidades británicas siguen siendo un foco de atracción para estudiantes extranjeros, particularmente asiáticos, además de los 62.000 que proceden de la UE. Y es que el prestigio de una titulación británica en los países de origen proporciona muchas ventajas. Para los estudiantes chinos, el Reino Unido es el país preferido para estudiar y según el British Council, la tercera parte de los estudiantes extranjeros en el Reino Unido procede de China. Las universidades recaudan por este concepto más de 6.000 millones de euros al año.

Debido a su pasado de imperio colonial, un buen número de los profesores y alumnos proceden de antiguas colonias, particularmente de India y Paquistán, además de algunos países árabes. El nivel de los estudios científicos y técnicos en el Reino Unido es elevado, pueden alternarse con prácticas en la industria y su duración suele ser, por término medio, de uno o dos años menos que en España. La razón es que los programas tienen un contenido más amplio y específico de la titulación, sin asignaturas de relleno, que aquí sirven para justificar horas de docencia del profesor, pero de muy poco al alumno.

Sin embargo, las universidades del Reino Unido no son insensibles a los tiempos de crisis económica. Recientemente se ha publicado que el prestigioso King's College de Londres cancelaría una serie de estudios (Ingenierías, Microbiología dental, Estudios americanos y estarían en situación difícil las Ciencias Biomédicas y de la Salud, entre otros), ante la imposibilidad de impartirlas por las restricciones de presupuesto. En otras universidades se está optando por la fusión de departamentos. Ya en tiempos de Margaret Thatcher, para aligerar el presupuesto, se brindó a muchos profesores un incentivo económico para abandonar la Universidad. Algunos colegas marcharon a Estados Unidos, donde rehicieron su actividad profesional en la Universidad o en la industria. Se comenta que el momento actual puede ser aún más duro, y hasta se ha llegado a decir que se podría llegar a prescindir de la mitad de las universidades británicas.

Ante la falta de empleo para los jóvenes, muchos contemplan como alternativa hacer estudios universitarios, pero debido al límite estricto de admisiones se prevé que más de 100.000 candidatos no tendrán plaza el próximo curso.

La Universidad en España. En la Universidad pública española el coste de la matrícula representa un porcentaje muy bajo del coste de los estudios, y los ingresos se han visto reducidos en los últimos años debido al descenso en el número de alumnos. La crisis económica ya ha afectado a los presupuestos de docencia, y lo hará aún más en investigación, debido a la cancelación en la práctica de algunos programas como el Ingenio-Consolider o el Cenit, según informaciones de la EUA (Asociación Europea de Universidades). A pesar del esfuerzo económico que se ha realizado en los últimos 30 años, la Universidad española no se ha consolidado como una Universidad de prestigio. Se ha dispersado innecesariamente, se han creado situaciones muy dispares según las autonomías y ha aumentado aún más la endogamia de profesores y alumnos, sin que exista un proceso riguroso de selección. El sistema no resulta atractivo para estudiantes brillantes del extranjero, incluso de aquellos países que en el pasado fueron colonias españolas, para los que el idioma no sería una barrera. A la crisis económica se ha unido la reorganización (o mejor dicho, desorganización) de los planes de estudios, de acuerdo con la interpretación que aquí se ha hecho del Plan de Bolonia. El resultado, particularmente en las ingenierías, ha sido una chapucería mayúscula y los planes de estudio de España tendrán muy poco que ver con los británicos, por ejemplo, que es justamente lo que se deseaba evitar con el Plan de Bolonia. Se ha repetido por doquier que la implantación del plan requerirá más financiación, pero contar con ella es una pretensión poco realista, dada la situación económica, que puede durar más de lo que se dice.

En un momento en que los británicos cancelan estudios y hasta plantean cerrar universidades, aquí se pretende implantar nuevas titulaciones. Y esto sin contar con un análisis de costes y del mercado de trabajo, que en la mayor parte de las titulaciones, cuando se encuentra, es en condiciones de subempleo y con un salario precario. En alguna titulación importante de una joven Universidad española se matriculan 20 alumnos cada curso y es necesario hacer dos grupos para que los profesores tengan docencia. Semejante disparate no debería producirse en una Universidad con un mínimo de criterio económico.

La Universidad no puede contribuir a la riqueza de un país sino hay un desarrollo paralelo de la industria y los servicios. Muchas industrias y empresas de servicios se ven obligadas a cerrar debido a la competencia internacional, para la que nunca se prepararon. ¿Para qué se necesitan entonces más titulados universitarios?, ¿quizás para mantener entretenidos a los jóvenes o para dedicarlos a la exportación? Puede que ya esté ocurriendo, ya que son pocos los alumnos de programas Erasmus que regresan a España, particularmente en las áreas técnicas. ¿Es ésa la forma de rentabilizar los gastos en educación?.

Reflexiones finales. Parece evidente que el Reino Unido y España han evolucionado de forma muy diferente en la historia, habiendo sido ambos países los centros de grandes imperios. El Reino Unido siempre tuvo un espíritu dinámico en la industria, el comercio, en la diplomacia y en la relación con sus antiguas colonias, mientras que España? (bueno, dejaremos el juicio a los historiadores).

En una época en que ambos países comparten el barco de la UE, resulta sorprendente que la forma de abordar los problemas de sus universidades sea tan diferente. Hay que pensar que si bien las universidades pueden contribuir al avance del conocimiento, con los mejores niveles posibles de docencia e investigación, eso no es compatible con una Universidad de masas y atomizada, sin perspectivas de futuro para sus graduados, y con escaso impacto de su investigación. Existen formas de conseguir la excelencia (y no me refiero a la que otorga el Ministerio), que pueden no ser populares, pero que si no se ponen en marcha continuaremos durante generaciones en la mediocridad perpetua, a la que ya nos vamos acostumbrando.