La polémica de si habrá o no encausamiento contra el juez Garzón está ocupando, estas últimas semanas, titulares para todos los gustos en la prensa tanto nacional como extranjera. No voy a entrar en cuestiones puramente técnicas sobre si Garzón ha incurrido o no en algún delito, porque ni tengo los conocimientos necesarios ni es ése el motivo que me impulsa a escribir sobre este tema. En realidad opino que lo que ha colocado a este juez en el punto de mira de algunos colectivos no han sido tanto esos supuestos delitos como el hecho de haber intentado meterse con lo intocable. Porque en este país se ha corrido un velo, demasiado opaco, sobre los sucesos que acontecieron durante la dictadura y, como escuchaba el otro día en un informativo, no se trata de buscar venganza, sino de hacer justicia. Hay crímenes a los que la legislación vigente ha negado la prescripción, y como partimos de la base de que la ley debe aplicarse por igual a todos los ciudadanos, si un criminal no ha pagado su deuda debe hacerlo, porque sus víctimas tienen tanto derecho a que se haga justicia como las de cualquier otro asesino.

Por otro lado, me preocupa que los jóvenes que han estudiado la historia de España en plena democracia sepan tan poco de esos años harto oscuros que vivió nuestro país. Y aunque ya es muy popular la cita que dice: «El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla», hay otra cuestión, también muy importante, sobre el olvido de la historia. Los acontecimientos no flotan en el tiempo aislados unos de otros, sino que los más antiguos son la causa que da lugar a los siguientes. Nunca podremos entender por qué España es lo que es, y nosotros lo que somos, si olvidamos el camino que tuvieron que recorrer nuestros abuelos. No creo que recordar que en España hubo una guerra porque no se respetó a un Gobierno republicano sea atentar contra la democracia que actualmente hay en nuestro país. No creo que reconocer que durante los casi treinta y cinco años posteriores a la guerra fueron asesinados muchos inocentes cuyo único delito era la reivindicación de la libertad vaya a invalidar ninguno de los artículos de nuestra Constitución que la defienden. Todo lo contrario, si se aclaran los errores cometidos, se sabrá con certeza la manera de actuar para no volver a ejecutarlos. Es decir, que si se ejerce tanta presión para que se olvide algo que, a todas luces, es parte del proceso de desarrollo y evolución de un país es porque una vez reconocidos los crímenes, y con la premisa de que no prescriben, más de uno y más de dos verían cómo se esfumaba la comodidad que proporciona el nuevo rostro con el que se han instalado en el tranquilo paraíso del olvido.