El consejo es rotundo: vende en mayo y aléjate de la Bolsa. Regresa en septiembre, no antes. Disfruta de la octava del Día de la Libertad, celebrado el pasado sábado -hasta esa jornada y desde el primero de enero todo el fruto de su trabajo, amigo lector, ha ido a parar a Hacienda- y medita sobre el último descubrimiento: Marx especulaba en los parqués como un poseso.

Hace un año también se cantaba el consejo -liquida y sal corriendo-, pero las bolsas siguieron subiendo formidablemente. Y Hacienda, como la muerte, era y es ineludible. En cuanto a los marxistas, a pesar del horror y de la ruina que extendieron por el planeta durante siglo y medio continúan insistiendo aún con otros nombres y ropajes.

Incluso en la derecha se aprecia esa contumacia porque, como dijo Hayek, hay socialistas en todos los partidos. Sobre todo en el PP, añadiría yo. Más aún, especialmente en el PP asturiano, donde los apparatchik ya no saben qué hacer para volver a perder o, lo que es lo mismo, para que vuelva a ganar el PSOE. Y es que, como esos jugadores de Bolsa a la baja, obtienen sus beneficios de las derrotas. Cuanto peor mejor es su lema preferido.

Marx, cínico al cubo, escribió hablando de la Bolsa: «Merece la pena asumir ciertos riesgos para aliviar al enemigo de su dinero». Como Bono nunca leyó a Marx se interesó en los pisos, los chalés, las fincas y las constructoras que le pagaron los arreglos en sus domicilios -lo acaba de declarar la decoradora: tres millones de pesetas-, pero sigue sin dimitir. Como los apparatchik del PP astur nunca han leído nada de nada juegan a repetir la derrota, que es el negocio de los iletrados políticos.

Mayo. Corre y no pares. Unos agoreros dicen que España quebrará en julio. Otros, que la economía planetaria se hundirá en agosto. Ni caso: hay que jugar a la victoria. Sobre todo, en Asturias.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente el ciclo sinfónico «Mi patria», de Smetana).