Caen las bolsas y cae el euro. El pánico se ha extendido ya durante dos jornadas, al menos, a causa de los temores a que otras naciones del continente se contagien del mal de los helenos. Virgilio decía aquello de que «timeo danaos et dona ferentes» (temo a los griegos, aun cuando traen regalos, en referencia al caballo de Troya), pero ahora la circunstancia es la contraria. A Grecia le inyectará la Unión Europea 110.000 millones de euros, pero a partir de aquí el pánico no se disipa, sino que halla nuevos argumentos. ¿Y si esto no detiene el vórtice griego? ¿Y si los «danaos» se siguen hundiendo y no logran devolver el préstamo mancomunado?

Todo ello resulta ser además el caldo de cultivo para que desconocidos heraldos de la hecatombe hayan hecho correr la voz de que detrás irá España, que presumiblemente necesitará 280.000 millones de euros para tapar su particular hendidura. Nunca habíamos visto tan molesto y cabreado a Zapatero (o, al menso, fingiendo ambos sentimientos), pero su «arrenuncio» televisado contra los conspiradores no detuvo las trepidaciones del parqué bursátil.

Esto es como lo de la gripe A (llamada porcina en origen): el pueblo soberano es siempre más proclive a interiorizar con temblor los malos presagios que a vivir como los lirios del campo, despreocupadamente.

Total, que lo que los heraldos del contagio difundieron fue que, detrás de Grecia, el siguiente país «cerdo» será España, y a continuación vendrá Portugal, y así sucesivamente, hasta que caiga también Irlanda. El cuarteto de los «Pigs» (Portugal, Ireland, Greece y Spain), que son los malos de la película europea, y ya tristemente célebres.

Por tanto, éste no es otro que uno de los grandes episodios de la gripe porcina aplicada a la riqueza de las naciones. Y lo que sacó de quicio a las bolsas fue precisamente que los difusores del rumor dijeran que Bruselas ya estaba comenzando a preparar la vacuna para España.

¿Ficción o ensayo de devastación económica en el país que con envidiable firmeza gobierna Zapatero?