El hecho de que los medios de comunicación por internet estudien el establecimiento de un precio o una cuota de conexión para su lectura o disfrute de sus textos y documentos gráficos o audiovisuales ha levantado una polémica que divide a los lectores de una forma bastante radical. Existen partidarios del gratis total y quienes no ven problema en pagar por algunas informaciones o pagarían por la totalidad del servicio «on line». Los argumentos tienen sus matizaciones.

«Los defensores del "gratis total" no se quejan de que el ordenador, la electricidad y la línea ADSL o cable sean de pago, ese "gratis" desprecia el trabajo de los creadores», manifestaba en LA NUEVA ESPAÑA José Manuel Gómez, presidente de Anaya. Y si pregunta uno a un trabajador empleado en un medio de comunicación, le repreguntará si conoce a alguien que trabaje sin sueldo, popularmente, «por amor al arte». ¿O alguien cree que las noticias surgen por generación espontánea?

En un periódico, por ejemplo, trabajan al menos unas decenas de personas en la redacción, en el departamento de publicidad, en la administración, en el servicio de tratamiento de textos para la elaboración de las páginas informativas en la red de internet y en el servicio técnico de unos ordenadores de última generación para su puesta en funcionamiento y su mantenimiento. Muchos de estos departamentos han de funcionar las veinticuatro horas del día. Esto solamente si nos referimos al servicio on line, pero se ha de tener en cuenta que la infraestructura de un medio de comunicación se apoya en una edición impresa, al menos por el momento, lo que contempla también talleres con una maquinaria carísima, medios de transporte, toneladas de papel, reparto, etcétera, además de una organización de dirección y de estructura de personal.

Los profesionales de estos medios han de actualizar sus conocimientos constantemente, al compás de los adelantos técnicos de los sistemas informáticos, lo que supone cursos, másteres, reciclajes teóricos y prácticos en la medida en que los medios actualizan su tecnología. Y si después de todo esto el receptor quiere tener una buena información, no la simple redacción de noticias iguales en todos los medios, habrá de tener en cuenta los reportajes, los análisis, las opiniones de expertos, los gráficos explicativos, las grabaciones de imágenes que sitúen al lector en la mejor realidad. ¿Quién paga toda esta infraestructura? ¿O es que toda esta gente vive del aire?

Se han presentado argumentos comparativos con las exigencias de la SGAE, la polémica sociedad recaudadora de los autores, pero no hay comparación posible. Una reivindicación de los periodistas sobre sus derechos de autor existe, pero... «esa es otra historia», que repetía el barman de «Irma la dulce». La realidad es que los periodistas, los administrativos, los informáticos... trabajan para vivir, para que viva su familia. La publicidad aporta pero no es suficiente para pagar todo ese trabajo, sobre todo en estos tiempos de crisis cuyo final parece lejano. Por lo tanto, de algún sitio tiene que salir el dinero para pagar ese trabajo. Lo más correcto es que lo aporte quien recibe su resultado, la información, el trabajo de un montón de profesionales.