El Real Sporting de Gijón logró el pasado fin de semana el ansiado objetivo de continuar por segundo año consecutivo en la máxima categoría del fútbol español, tras una temporada sin sobresaltos hasta el último tercio, cuando una racha muy negativa de resultados situó al equipo muy cerca de los puestos de descenso. No obstante, el conjunto rojiblanco peleó jornada tras jornada por la permanencia hasta conseguir incluso no demorar su salvación hasta el último minuto de la Liga, como había sucedido en ocasiones precedentes.

Que de cara a mantenerse en Primera División el club debe revisar y mejorar su estructura deportiva es un hecho que no escapa a ningún aficionado. Por historia y tradición, el Sporting ha de estar siempre entre los grandes del fútbol español y ha de poner los mimbres necesarios, dentro de sus posibilidades económicas, en ese empeño. De cualquier forma, y por la repercusión social que supone, la permanencia del Sporting en Primera ha de ser nuevamente motivo de satisfacción y orgullo para la ciudad.

Un ex presidente del conjunto rojiblanco, el economista Plácido Rodríguez Guerrero, comentaba días atrás en estas páginas que el Sporting «es la imagen de Gijón» en lo que se refiere a la presencia de la ciudad en los medios de comunicación. Además de ello, existe una serie de «intangibles», o de valores, que tal vez no puedan cuantificarse económicamente pero que contribuyen a generar cohesión ciudadana. Es el caso del sentimiento de pertenencia a un club, o de la sociabilidad que los ciudadanos pueden desarrollar en torno a un fin común en el marco de una sana competición deportiva. Ese sentimiento conduce a la autoestima de los ciudadanos y al orgullo acerca de la propia ciudad y de sus colores futbolísticos. No son elementos medibles, pero el gijonés los percibe nítidamente y los defiende a capa y espada.

También existen factores económicos en el fútbol, como la repercusión de un encuentro deportivo en la hostelería, tanto por el movimiento que produce un partido jugado en casa como aquel que es retransmitido por televisión. Y esa presencia televisiva, junto con la buena impresión que la ciudad pueda causar en las aficiones visitantes, es un modo muy interesante de que Gijón esté «en la agenda», como se dice en términos de comunicación social y de opinión pública.

Por tanto, el Sporting es imagen de Gijón, y Gijón se exhibe junto a su equipo de fútbol. A estos elementos sociodeportivos hay que añadir, con vistas a la temporada que viene, la remodelación completa del estadio local de El Molinón, otro elemento que, con sus nuevos acabados estéticos, contribuirá a crear una imagen exportable de la ciudad, más moderna y atractiva.

En consecuencia, el Real Sporting de Gijón tendrá que cumplir con sus deberes en el plano deportivo y competitivo, así como en la preparación de la próxima temporada, para así poder afianzar una presencia en Primera División, cuyas repercusiones son evidentes y la ciudad no dejará de apreciar.