Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso».

Así decía un viejo refrán. Desde muy antiguo se ha celebrado por esta época el bello espectáculo de la tierra tapizada de flores, alumbradas por la madre tierra, que se muestra como una apoteosis de la vida. Por eso a mayo se le llamaba el «mes de las flores» y, tras el bautizo cristiano de las tradiciones paganas, se convirtió en el mes de María, exaltada con calas y azucenas blancas, y con la canción que decía:

«Venid y vamos todos / con flores a María, / con flores a porfía, / que Madre nuestra es».

Ha de ser ésa la razón de que gustara a la Virgen aparecerse un 13 de mayo del año 1917, en Fátima, a los pastorcillos Lúcia dos Santos y sus dos primos, Jacinta y Francisco Marto, donde luego se erigiría la «capelinha». Allí les entregó los llamados «secretos de Fátima», el último de los cuales parece que predecía el fin del comunismo. Una basílica con dos brazos que cierran una gran explanada sustituyó a aquel pequeño oratorio inicial, pues miles eran los que allí se congregaban, año tras año, para que se cumpliera esa profecía, cantando:

«El trece de mayo la Virgen María / bajó de los cielos a Cova de Iria».

También en mayo se celebra, el día 22, la festividad de Santa Rita de Cascia, porque murió un tal día como ése del año 1457, con la particularidad milagrosa de que en el invierno anterior había florecido el rosal del jardín nevado de su casa. Por eso es la patrona de los imposibles y, no se sabe muy bien por qué, también de los funcionarios de la Administración local.

Ahora que hay calentamiento global del planeta, se produce la paradoja de que en mayo hace un frío que pela y las flores no se atreven a despuntar. Debe de ser por el laicismo, que ya no se canta a la madre tierra pagana ni a su variante cristiana ninguna aleluya, cuarteta, seguidilla o zéjel. Pero no se crea que no continúan produciéndose algunos hechos milagrosos, que los hay.

He aquí que, incluso adelantándose un día a la fecha, el señor Rodríguez Zapatero, don José Luis, tuvo una visión como los niños de Fátima y recibió al menos un secreto, que puso en marcha inmediatamente, mandando al carajo todo su igualitarismo de salón. La justificación que dan sus acólitos para el tijeretazo a sueldos de funcionarios, pensiones y otras behetrías que llaman gasto social es que en estos años atrás subieron más que nunca, así que ahora no se pueden quejar si le pegan un bocado. Es lo que tienen las apariciones milagrosas de los agnósticos, que dejan mal a algunos santos, como a Santa Rita, que lo que se da no se quita.