Ovidio Sánchez ha puesto esta semana sobre el escritorio genovés de Mariano Rajoy el nombre de Álvarez-Cascos como posible candidato a la Presidencia del Principado. Eso y un deseo: que el ex ministro, si concurre, sea un hombre «de síntesis». Se entiende que lo de la síntesis es mensaje con respecto a los intestinos del PP asturiano, siempre revueltos. No obstante, hay dos acepciones del diccionario para tal término: o «composición de un todo por la reunión de sus partes» o, según la química, «proceso de obtención de un compuesto a partir de sustancias más sencillas». Lo primero equivale a agregación, pero lo segundo suena más bien a que se trocean, machacan o trituran los componentes, a ver si se les saca algo para un producto final diferente de las partes.

Total, que Ovidio Sánchez pide síntesis, pero «oye, Mariano, tú ya sabes cómo es Paco Cascos...». Así que Mariano dirá. En consecuencia, el guión sigue más o menos según lo previsto y la historia ha alcanzado el momento crítico, en el cráneo de Rajoy Brey. A partir de aquí, el misterio de la mente.

Volviendo al mensaje «de síntesis» enunciado por Ovidio Sánchez, hay quien interpreta que el PP de Gijón puede hacer dos cosas: confiar en que a la mente del partido se le enerven las neuronas y le dé la vuelta a la propuesta de Sánchez -el «ya lo sé Ovidio, ya lo sé...»-; o, por el contrario, ir preparando un camino de aproximación, aunque sea fría y lejana, para cuando llegue el hombre de la síntesis.

En este sentido, determinada operación para captar a cierto ingeniero como candidato municipal del PP data ya de tiempos remotos y el aludido siempre se negó a ello. Dicha operación posee dificultades inherentes, pero algunos lo ven como una tentativa de roce no cruento entre Prado y Cascos sobre una cabeza intermedia.

Pero ya decimos que por ahora el guión se halla en el punto de la encrucijada mental genovesa.