Está clarísimo. Si la Liga de fútbol no existiera, como el dios volteriano, habría que inventarla. Suenan los ecos de un hachazo económico y, de repente, zas, toda zozobra queda en suspenso. Primero, porque consuela ver a unos tíos a los que la crisis les resulta menos acuciante que al común de los mortales: el aficionado no sólo siente algo parecido al contagio de la juventud perdida al contemplar las carreras de los futbolistas (o la inmovilidad sempiterna de Ibrahimovic); también hay una ilusión de prosperidad compartida. En otras palabras, cuando hay menos dinero, se admira a quien más tiene. Podrá discutirse el grado de inteligencia de nuestro hombre en la Moncloa, pero es seguro que hizo sus cálculos temporales ajustándose al calendario futbolístico. Las penas, con catarsis, son menos. La pena en fútbol va por barrios, obviamente, sí, como en la vida, claro está; los historiadores del futuro le darán al nacimiento del fútbol de masas tanta importancia como a la conquista de Constantinopla por los turcos. Y Valdano ha dicho que se abre un debate en el Real Madrid. Mal asunto. En España no se debate bien, y no por falta de vocación, que sobra, sino de cintura. Valdano sabe de eso, y por eso envuelve sus declaraciones en un barroquismo narcotizante que le distingue de la mayoría. Un punto ( pero no más) a su favor. Pellegrini ha hecho un trabajo duro. Mourinho, por su parte, se gana el premio limón del fútbol europeo con el sudor de su frente. Es un portugués atípico; Van Gaal es un holandés atípico. Su enfrentamiento será apasionante; si el presidente Zapatero tiene más marrones que comunicar, que lo diga antes de la final de Champions. Bueno, y siempre le quedará Sudáfrica. Ya lo dijo Felipe: Zapatero tiene baraka. El arte de los elogios afilados es eso: un arte.

Y es que siempre resulta que lo importante es el maldito parné. Russell Crowe da en Roma un concierto callejero; ha hecho una película sobre Robin Hood. Una película mueve mucha pasta.. No es seguro que el famoso proscrito existiera; es obvio que se hizo necesario inventarlo. En la época de los efectos especiales cuenta poco la magia de la Historia con mayúsculas; el poder evocador del Medievo inglés no será una prioridad para los responsables del filme.

Y termino con posdata: El pasado día 11, un grupo de buenas personas se congregó en la iglesia de San Julián de Somió para un homenaje a mi señor padre. Fue un momento hermoso. Larga sería la lista, y a nadie olvido. A don Pío Sánchez, a los buenos amigos y buenos vecinos que allí estuvieron les reitero mi gratitud.