Cuando se rumoreaba que los indios iban a desembarcar en lo que un día se llamó Ensidesa, escribí -en esta misma página de este diario- que poco me gustaban los nuevos ocupantes del hábitat siderúrgico que tenemos entre Veriña y Avilés. Mas vi a tantos asturianos tan ilusionados y tan complacientes con la llegada de la multinacional Mittal que me callé para no ser tildado de cenizo y aguafiestas.

Lo que ahora está ocurriendo se veía venir. Ya no queda ningún paisano en el consejo de administración del gigante siderúrgico. Lo que nos espera aún será peor, cuando ya no quede trabajador alguno.

Los Mittal son los reyes del mambo metalúrgico, con capacidad para fijar los precios del mercado mundial. Los productos de los hornos asturianos pueden resultarles costosos, de manera que acabarán apagándolos y se irán con la música a otra parte.

En esta tierra nuestra somos muy aficionados al paternalismo estatal. Nos acostumbró a ello el candoroso y benéfico Instituto Nacional de Industria (INI), que creó (mayormente) para Asturias el franquismo.

Ya no quedan españoles en la cúpula empresarial de Mittal. El último en salir fue el gijonés Álvarez Rendueles. No existe nadie que represente a los trabajadores. Quienes quedan en el consejo son indios, luxemburgueses, franchutes, suizos... Y todos multimillonarios.

Nada cabe esperar de ellos. Cuando les convenga se irán y dejarán un paisaje de chimeneas apagadas. Se establecerán donde la mano de obra resulte más barata y si te he visto no me acuerdo.

¡Caray, con los de Bombay!