Hasta hace bien poco, la esperanza de vida era el indicador más significativo de la situación sanitaria de un país. Así, Japón es la nación más sana, porque sus ciudadanos pueden vivir 86 años si son mujeres y 79 si son varones. En España nos quedamos un poco más cortos, con cifras que otorgan 84 años a la mujer (la más longeva de la Unión Europea) y 77 al varón (ocupan el segundo lugar después de los suecos).

Sin embargo, ese índice se está quedando obsoleto, porque los años que ganamos a la vida se pierden casi por completo en incapacidad. Por eso nace otro indicador mucho más fiable y válido: la esperanza de vida sana, que muestra la duración media de la vida en buena salud y, que se apoya, a la vez, en la medida de la mortalidad y de la incapacidad. Y esta es la cuestión: ¿vivir más o mejor?

Para la Organización Mundial de la salud (OMS), son personas con buena salud las que no presentan problemas de movilidad, visión u oído, no experimentan dolores y carecen de problemas mentales.

España ocuparía en esta estadística el quinto lugar entre los más de 190 países del mundo. Eso quiere decir que un español que nazca hoy va a vivir, en términos estadísticos, casi 74 años con salud. Dicho de otra manera: los españoles vivimos con salud hasta los 71 años, si somos varones, y hasta los 77, en el caso de ser mujer.

Los países por encima de nosotros, en la lista, son: Japón, Australia, Francia y Suecia. En Japón viven dos años más que aquí; en Australia, uno y medio; y en Francia y Suecia, uno más que nosotros.

En el lado opuesto están, como por desgracia es fácil suponer, 10 países africanos, donde por término medio no se superan los 35 años de vida con salud. Sierra Leona, por ejemplo, ocupa el último lugar, con 26 años de esperanza de vida sana.

En España, los últimos seis años de vida están marcados por enfermedades crónicas. Hay que tener en cuenta que en 1998 el 20% de la población superaba los 60 años, pero se calcula que para el año 2050, el porcentaje se eleve al 35%.

Aunque el infarto de miocardio es ligeramente más frecuente en el varón, la angina de pecho lo es en la mujer. Por eso en ellas la enfermedad coronaria está infradiagnosticada y no se lleva a cabo un tratamiento precoz.

La tasa de depresión en las mujeres es dos veces más elevada que en los varones. También la artrosis es más prevalente en el género femenino, sobre todo a partir de los 55 años. De los 17 millones de personas con artrosis en Europa Occidental, el 75% son mujeres. Y se puede calcular que del total de la población que presenta artritis un 72% son mujeres. En los varones, el gran caballo de batalla será la próstata, especialmente en su modalidad benigna (hiperplasia prostática). El crecimiento natural (fisiológico) que esta glándula presenta con los años, ya que se alimenta de las hormonas masculinas, puede ocasionar trastornos miccionales de tal grado que lleguen a minar ostensiblemente la calidad de vida del varón y de quienes le rodean.

No podemos olvidarnos de la disfunción eréctil: los años no perdonan y el acúmulo de enfermedades y de fármacos pueden ayudar a incrementar su prevalencia. Se calcula que dos millones de españoles padecen de este problema nada baladí; su estudio y temprano tratamiento puede ayudar en la relación de pareja y va a contribuir a mejorar la salud integral del varón. En la actualidad, sabemos que la disfunción eréctil puede ser el síntoma que alerta sobre la presencia de otras enfermedades, como pueden ser las cardiovasculares.

Es, por tanto, evidente que ya no se trata de vivir más años, sino de de dar a esa vida la calidad que se merece.