No me extraña que haya políticos, actualmente en la oposición, sin intención de presentar su candidatura si se anticipasen las elecciones.

Poco apetecible tiene que ser hacerse cargo de más de cuatro millones de parados, de un Estado sin reservas, con la deuda crecidísima, el déficit imparable como un potro desbocado, con un millón de viviendas esperando inquilinos, las cajas de ahorros al borde de la quiebra, etcétera.

Cuando al donjuán recomendaban la boda inmediata con la rica hija única del ricachón provinciano, este decía: «Todavía no». El seductor no quería matrimoniar mientras el viejo viviese, pues corría el riesgo de que lo pusiera a trabajar. Lo haría cuando la enamorada heredera se quedara huérfana.

A los políticos les encanta alcanzar el Poder, pero les repatea poner en pie una escombrera. Las cosas marchan muy mal ahora y esperamos que no empeoren cuando las elecciones generales sean convocadas.

Hay que llevar al altar a la rica heredera cuando la amenaza del suegro trabajador haya desaparecido. ¡Menudo chollo alcanzar la tan deseada Moncloa y tener que ponerse a desescombrar!

Eso no sería dar un braguetazo, sino negar un petardazo.

Toda una vida luchando con las olas de la mar bravía y cuando llega el náufrago a la isla donde va a terminar sus azarosos días mira la carta marina y lee «Archipiélago de la Austeridad». ¿Tanto remar para esto?