Bienvenidas sean las «Sardinas de oro». Que reblinquen un año más en la conciencia y el ánimo de los avilesinos. Enhorabuena a los distinguidos y a la Fundación Sabugo por perseverar en el reparto de los galardones con más solera del Principado.

Dicho esto, nos queda Gamoneda, siempre atento y preocupado por la palabra, que es la materia prima de su sueño y el pan nuestro de cada día. Gamoneda, uno de los distinguidos con la «Sardina de oro», ha dicho que el Niemeyer habrá que llenarlo de calidad lingüística, de palabra y de pensamiento. Los poetas sufren, como el resto de los mortales, el pálpito de la actualidad, de ahí que Gamoneda haya sido tan certero al expresar su deseo para el centro cultural que se construye en la margen derecha de la ría. Es misión del escritor reivindicar la palabra y en el caso del Niemeyer incluso llega a ser una necesidad, porque más de uno, a estas alturas, estará pensando en que si no es con palabras y pensamientos no habrá forma de llenar de contenido la instalación conforme a la penuria que acecha. Llenémoslo de palabra, ya que de obra va a resultar difícil hacerlo en las actuales circunstancias económicas. Lo mismo que va a ser complicado mantener el edificio en las debidas condiciones, amenazado como está por los humos de Baterías de Coque.

El Niemeyer, estimado poeta, ha sido hasta ahora palabrería de los políticos y no vendría nada mal, desde luego, llenarlo de palabra y pensamiento, de calidad lingüística, como usted dice, ajeno a la interpretación que un humilde columnista pueda hacer de sus declaraciones. Pero es cierto, para qué vamos a negarlo, que me lo ha puesto a huevo.

Yo hubiera querido menos cháchara propagandística en torno al Niemeyer y más previsión de fondos. Menos ruido y más nueces, pero me temo que el resultado no va a ser el que todos deseamos, que se va a perder otra magnífica oportunidad. Por el bien de Avilés, quisiera, de todo corazón, equivocarme.