Zapatero tiene defectos que son generosamente aireados por sus opositores, pero los críticos olvidan una característica de gran valor para un político, la tenacidad, que demuestra en el ejercicio y el grado de pertinaz en sus propósitos. Un amigo suyo escribe: «Es un político puro o un puro político y en ese terreno es difícil ganarle».

Estas leves pinceladas sobre el presidente del Gobierno vienen a cuento de los comentarios que ha merecido su actuación en el Congreso con ocasión de la convalidación del decreto para la contención del gasto. Abundan las calificaciones de que aparecía «desencajado», «noqueado», «desnortado» y otras minusvaloraciones parecidas. Efectivamente, Zapatero se enfrentó al debate más duro de los últimos años y ya fue al Hemiciclo «tocado» porque conocía el grado de crispación y que Rajoy no iba a ser el «único toro». Si además le tocaba defender medidas que chocaban radicalmente con los principios básicos de su ideología socialista, es fácil comprender el grado de incomodidad.

Quien a tenor de lo ocurrido en el Congreso esté haciendo predicciones, cálculos y calendarios se equivocaría en todos sus términos. Hay Zapatero para rato, un rato más amplio que el señalado por Duran i Lleida y el que desearía Rajoy. Rodríguez Zapatero tiene una extraordinaria capacidad para sacar nuevos señuelos cuando se agotan los antiguos. Es capaz de llegar a los pactos más inverosímiles para la reconversión de sus alianzas y como dice su biógrafo García Abad: «Es capaz de engañar a todos durante mucho tiempo», desmintiendo así la frase de Kennedy. Es además un artista del disfraz y un virtuoso de las nubes de humo.

Zapatero, a diferencia de la mayoría de sus oponentes, es un político profesional y un político profesional está perdido si pierde. No hay que olvidar que Zapatero, excepto unos meses que estuvo de «penene» en la Universidad de León con un sueldo casi simbólico, sólo ha vivido de la nómina del partido.

En pocos días vamos a ver el rearme de Zapatero, dispuesto a dar la batalla y recuperar la imagen perdida. Ya se ha enfrentado con el techo del gasto para 2011, cogiendo de sorpresa al PP.

El segundo «round» serán las sesiones del estado de la nación y el resultado sí puede ser determinante para una eventual convocatoria de elecciones. En octubre comenzará con los Presupuestos Generales y tendrá que enfrentarse al vencimiento de la deuda y lograr financiación para 72.000 millones de euros. Con todos estos deberes, Zapatero tiene dos opciones: reconstruir desde la base todo su proyecto político, haciendo uso de la magia que domina, o disolver las cámaras.