Señores, un poco de optimismo. No para animar porque sí, ya que sería puro engaño a sumar a tantos y tantos como nos han llovido y siguen. No, es que hay razones para el optimismo dentro de la calamidad que padecemos.

Estamos en el peor escenario en décadas. Nadie lo duda. Ni siquiera los culpables tratan de ocultarlo. Pero ahí está la economía de EE UU, que en el primer trimestre del año creció al 5,6 por ciento y se espera que en el conjunto de 2010 avance un 3,2 por ciento. Y qué decir de China, con una previsión para todo el año de un 9,5 por ciento y de igual manera muchos emergentes.

Europa es otra cosa, pero se anuncia un crecimiento medio del 2 por ciento. Y España, aunque vamos a decrecer o disminuir un 0,3 por ciento, cuenta con un entorno continental menos malo y con un panorama mundial muy positivo. Cierto que la crisis puede ser en W como tantas veces se ha dicho, pero, aun así, a día de hoy los principales países van como motos y la economía mundial crece muy considerablemente.

En España tenemos un problema diferencial: ZP. Hasta que no abandone la Presidencia del Gobierno y con él se esfume el socialismo radical, la izquierda ferozmente posmoderna, el sectarismo ideológico y la incompetencia asociada, no hay nada que hacer.

En circunstancias normales, en un par de años podríamos estar en la senda de la recuperación. Pero con ZP, ya se ve: aprueba el recorte de presupuestos y nos recalifican a peor. Y como además el recorte a corto y medio plazo va a producir más paro y recesión, la tesis central se vuelve dogma: con ZP estamos perdidos, sin ZP pronto no habría problemas graves.