La cuestión es ¿creemos a la democracia israelí o a los amigos de los terroristas de Hamas?

Para empezar, es falso que Gaza esté sometida a un bloqueo criminal. Cada semana entran en la franja, entregadas por Israel o fundamentalmente vía Israel, 15.000 toneladas de ayuda humanitaria. Si usted, amigo lector, quiere enviar ayuda, lo puede hacer, pero con una condición: que las autoridades israelíes revisen el cargamento para evitar que así entren de tapadillo armas y artefactos terroristas.

La autodenominada flotilla de la libertad, formada por seis barcos fletados por islamistas turcos, se hizo a la mar sin ser inspeccionada y cuando los soldados de Israel, en la pasada madrugada, abordaron los buques, fueron recibidos con extrema violencia, que al ser repelida se tradujo en un baño de sangre y la muerte de 10 activistas propalestinos.

Hasta aquí la versión de Israel, perfectamente comprobable salvo en lo relativo a los terribles detalles del abordaje, porque habría que estar allí para ver y juzgar. Aun así, si los humanitarios no tenían armas ni explosivos, no se entiende por qué se negaban a la inspección y no se entiende tampoco el empleo de la fuerza por parte de los soldados israelíes, salvo que se viesen atacados o se los considere unos psicópatas estúpidos, porque el lío internacional desatado en nada beneficia a su Gobierno.

El relato islamista excuso reproducirlo, porque ya les habrá llegado por tierra, mar y aire.

Y ustedes ¿a quién creen? Para mí, no hay duda: la versión de Israel es la buena por ser de quien es, por la coherencia expuesta y por los inequívocos antecedentes.

Ítem más, la semana pasada Turquía y Brasil dieron su apoyo al programa nuclear de Irán; anteayer, EE UU dejó sin cobertura diplomática a las armas atómicas que tiene y no tiene Tel Aviv y estos días en Israel se están desarrollando las mayores maniobras militares desde 1948. Tres pistas importantes para entender lo que está ocurriendo.