Ha pasado por nuestra mente aquella célebre frase del buen Pascal en su inacabada «Pensées» -«Pensamientos»-, obra cuya grandeza reside en que la escribió contra el reloj de su propia muerte. Decía: «Si la nariz de Cleopatra hubiera sido más pequeña, toda la faz de la Tierra habría variado». Es decir, que gracias a una potente nasalidad, aquella reina egipcia había seducido sucesivamente a Julio César -del que tuvo un hijo, Cesarión-, y a Marco Antonio. Ambos murieron violentamente: el primero asesinado en los Idus de Marzo y el segundo al dejarse caer sobre su propia espada cuando le engañaron con que Cleopatra Filopator había muerto. Cleopatra no era bella, pero sí tenía mucha personalidad, esto es, mucha nariz. Hay quienes se revuelven contra la ideas de que un elemento físico pueda cambiar el rumbo de la historia, pero el periódico inglés «The Times» acaba de resucitar la tesis pascaliana al titular su crónica sobre el Mundial con «Spain's defeat? Blame the girlfriend», es decir, «¿Derrota de España? Culpable la novia».

Es decir, que si la bella periodista Sara Carbonero fuera feucha no distraería tanto a su novio Iker Casillas, capitán y guardameta de la selección española. Carbonero no es nariguda, sino más bien «chatina», según la terminología de Arturo Fernández, que suele ser amplia y generosa. Cabe preguntarse si han vuelto los tiempos en los que había que leer la prensa europea para saber lo que sucedía con las huelgas asturianas, y cuando el recordado periodista Carantoña no empezaba la jornada sin haberse empapado con «Le Monde». Incluso en el presente nos hemos acostumbrado a que británicos y alemanes nos expliquen con su prensa el siguiente descalabro económico español. Ahora, también nos cuentan las intimidades de «la Roja».