Desde hace doce años la Asociación Edad Dorada, que es la parte de esta gran familia que es la ONG Mensajeros de la Paz que se ocupa de la atención, la mejora de la calidad de vida y la integración social de las personas mayores, convoca la celebración del «Día de los abuelos» hoy, lunes, día 26 de julio.

El 26 de julio el santoral recuerda las figuras de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen, y, por tanto, abuelos del Niño Jesús. Por eso pensamos que ésa era la fecha ideal para dedicar un día, al menos un día al año, a la figura de los abuelos.

Dedicarles un día para darles las gracias por tantas cosas, para decirles: «¡Abuelo, te quiero! ¡Abuela, qué guapa eres!». Y también para recordar a todos la importancia de los abuelos en la familia y en la sociedad.

Recuerdo de mi Rebollada natal a muchos ancianos, que eran los abuelos de todos, a Celedonio, el viejo maquinista, al ama Pepa que amamantó a cientos de niños de la comarca, incluidos los hijos de los condes de Mieres, y a mi abuela, la mujer que mejor ha frito las patatas en el mundo. Ellos eran muy señores, pero muy pobres. Recuerdo sus últimos años, encorvados, caminando muy despacito y comiendo sopas porque casi no tenían dientes. En nuestra querida Asturias, y en toda España, afortunadamente, casi todos nuestros mayores están muy lejos de ser esos ancianos de luto perenne que inmóviles veían desde una silla correr el mundo, personas para los que la vida era solamente un recuerdo y el presente algo que se les escapaba entre sus dedos llenos de artritis. Pero todavía queda mucho por hacer, muchas denuncias que realizar, muchos derechos que garantizar.

Los abuelos han sido importantes siempre. Siempre han sido uno de los pilares básicos de la vida, nuestro vínculo con el pasado, una fuente de sabiduría, un pozo de amor.

En las últimas décadas, los abuelos se han convertido en algo fundamental en nuestras vidas, sobre todo en lo que respecta a la crianza y a la educación de los hijos. Sin los abuelos, muchos hogares en España y en todo el mundo, sencillamente, no podrían funcionar.

Muchas familias lo saben: en los abuelos tienen en una sola persona, y entre otras muchas cosas, a un maestro, a un cocinero, a una modista, a un ecónomo, a un recadero, a un consejero espiritual y hasta a un conciliador familiar. Y todo eso lo tienen de forma incondicional y voluntaria, sin tener en cuenta horarios ni festivos. Siempre con amor y cariño.

Pero algunas personas mayores en nuestra sociedad sufren la soledad, el olvido, especialmente cuando las fuerzas o las capacidades se les van agotando. Y eso no puede ser. Hay que solucionarlo. Por eso el «Día de los abuelos» puede ser un buen inicio para cambiar las cosas. Un cambio en el que todos tenemos un papel.

Entre todos podemos hacer del 26 de julio la fiesta del agradecimiento: un día en el que los abuelos vuelvan a sentirse protagonistas, importantes y queridos.

No vale la excusa de la distancia o del trabajo. Hoy, en cada bolsillo hay un teléfono. Sólo una llamada para decir «te quiero, abuelo» o «qué guapa eres, abuela» es suficiente, aunque puestos a pedir sería incluso mejor compartir con ellos una merienda, o una comida o un paseo por un sitio bonito.

Aunque el 26 de julio es una fiesta alegre, los abuelos son, ante todo, solidarios. De ellos hemos aprendido lo que es la ayuda a los demás, el sentir el sufrimiento de los otros como propio. Por eso, este año los abuelos españoles van a tener un recuerdo muy especial por otros abuelos que a muchos kilómetros de distancia llevan más de seis meses sufriendo a consecuencia del terremoto de Haití. Los mayores haitianos sufren porque muchos han perdido a sus hijos y a sus nietos, su casa, el trabajo y el esfuerzo de toda su vida, precisamente ahora cuando les quedan menos fuerzas para luchar.

Para los abuelos haitianos, para los abuelos españoles y para todos los abuelos del mundo, deseamos felicidad, salud y cariño. Que vivan bien, que tengan la atención social y la calidad de vida que merecen, que los recortes de la crisis no los afecten y que sus pensiones sean suficientes para vivir con dignidad y tranquilidad.

A todos ellos debemos respeto, cariño y gratitud. Mucho de lo que hoy disfrutamos es gracias a su trabajo; los valores que podemos transmitir a nuestros hijos son los que ellos un día nos enseñaron. De los abuelos hemos aprendido a rezar, a ser solidarios, a saber lo que es la familia.

En este 26 de julio, ¡feliz día de los abuelos!