Se cuentan con los dedos de una mano -y sobran algunos- las corporaciones municipales, los colectivos y entidades que han salido a la palestra para protestar por la paralización de obras en una comarca en constante depresión como es el occidente asturiano. Hay un silencio sepulcral por parte de casi todos los que deberían de estar ya situados en vanguardia de un movimiento vecinal, social, municipal y cultural para decirles, alto y claro, a los responsables del desaguisado que aquí y ahora no nos quedamos mano sobre mano a verlas venir -más bien a ver marcharse muchos millones en obras imprescindibles- y que con los asturianos de esta comarca no se puede andar jugando.

El sindicato afín al Gobierno tuvo la dignidad de emitir su protesta desde Cangas del Narcea, pero sabido es que los dos sindicatos mayoritarios andan sacando pecho con anuncios de movilizaciones y huelgas para la seronda cuando ya no haya vacaciones, no vaya a ser que algún alto dirigente de los mismos tenga que suspender su merecidísimo descanso en la montaña o en el mar para agarrarse al palo de la pancarta. O sea, que los comunicados ugetistas de la comarca canguesa quedaron en simple fueya en el castañéu, que se dice por estas latitudes. Algo de ruido, pero con las nueces verdes. Y así no cae ninguna.

Las corporaciones municipales con gobiernos afines también al de la Moncloa pues no han ido mucho más allá que los sindicalistas cangueses. Alguna moción -generalmente de la oposición- incluida en las sesiones plenarias con resultados algo así como «es un drama», «nos dejan en la estacada», «no nos escuchan», «esto es el declive de la comarca», «la crisis tiene la culpa», «son obras paralizadas que se pueden retomar cuando escampe»? más fueya en el castañéu.

Se conoce ya el dato, publicado precisamente por este periódico, de los millones que se han tirado en la segunda calzada de Salas a La Espina. Y los finos analistas ya opinaron lo divino y lo humano sobre ello. Así es que en los pueblos, que es donde viven los vecinos afectados por todo esto del sempiterno aislamiento del Occidente con la rica comarca central de Asturias, leen, escuchan, opinan y piden la baraja al atardecer en el chigre para echar una partida al tute. Las asociaciones de vecinos no tienen capacidad para reivindicar nada porque bastante hacen si consiguen que el Ayuntamiento de turno les repare una carretera local intransitable. «Esos no tienen un duro para obras», se oye decir un día sí y otro también en los pueblos. «Si nos siguen pagando las pensiones podemos estar contentos». Desánimo. Decepción. Sentimiento de engaño. De promesas electorales que ya dijo el viejo profesor en su día alcalde de Madrid que están para no cumplirlas.

Pero? ¿y los políticos que elegimos en el Occidente? Perdón, pero para reproducir lo que en los pueblos se opina de los políticos nacionales, regionales y mediopensionistas yo no pongo ni una sola línea sin que esté presente mi abogado. No está el horno arroxao para cocer bien la boroña. Recurren al honor lesionado y te meten en el Juzgado y allá va que te preste. Los emolumentos que perciben -sueldos, dietas, suplementos, dedicación exclusiva, que muchas veces no se ajusta a la realidad- están a años luz de la pensión que percibe este jubiloso jubilado que escribe y que cotizó medio siglo a la Seguridad Social, mientras que ellos, los políticos, con hacerlo de Pascuas a Ramos pues ya tienen una paga de por vida. Así es que de los políticos, ni media palabra. Por si acaso, que el miedo ayuda a guardar la viña. Y nunca mejor dicho si se piensa que esta tierra marginada de Asturias es buena productora de uva.

Algunos alcaldes de esta comarca han hecho declaraciones respecto al problema que nos ocupa de la paralización casi total -está ahí el trazado para verlo- de las obras que había en marcha y que nunca quedó claro cuándo se iban a terminar, pero han tenido muy buen cuidado de no alcanzar en sus descalificaciones a quien manda en Madrid. Nadie se quiere jugar el puesto de privilegio que pueda tener en mayo cuando haya elecciones municipales y regionales. Nadie ha dimitido. Nadie ha dado un puñetazo encima de la mesa para decirles a sus correligionarios que «ahí os quedáis con vuestras decisiones tan lesivas para el occidente asturiano, que yo, por dignidad, me marcho para casa». Todo sigue como antes. Aquí nadie se la juega. Aquí sigue en vigor eso de tira que libras. En mayo puede haber sorpresas muy gordas porque el personal anda muy consciente de todo lo que está ocurriendo. Al plato vendrás, arbeyu.

Ante todo este panorama no es de extrañar que en el presente verano las fiestas de pueblo estén más animadas que nunca, con buenos rendimientos -aunque no como hace unos pocos años- en los chigres que montan las comisiones de festejos para sacar algo y no tener que peregrinar varios meses vendiendo papeletas para la xata de casa en casa. Y es que el personal, ante la situación económica, social y puestos de trabajo que se van al traste, se hurga el bolsillo, pide algo para beber, se mete en el baile y ataca con ímpetu el pasodoble de la modesta orquesta, porque ya no podemos traer a los «Satélites».

Y de solidaridad tampoco andamos muy finos, porque ahí está el ejemplo del escaso o nulo apoyo que recibió el alcalde de Salas cuando quedó cortada la carretera general a la altura de Villazón. Ahí te quedas con el muerto. Ante la sensación de abandono y engaño que por aquí se siente resulta lógico que en nuestras fiestas de este año, después del «Asturias, Patria Querida» de cierre, quede sólo un silencio sepulcral. Y cuando amanece puede que hasta estén a la vista los hierros y los hormigones de una autovía paralizada. Es el silencio de Occidente.