Semana grande en el pueblo, se supone que de fiestas, porque de otras cosas, es una semana como otra cualquiera. Y como hay fiesta, hay más gente por la calle: sin apretujones, con saltimbanquis y música callejera variada, pocos músicos locales, que hasta en esto se nos nota que la mayoría andamos mal de oído, los del acordeón, el saxofón, el xilofón, la trompeta, el violín y hasta el violón son ciudadanos comunitarios, pero del Danubio hacia allá, es decir, están aquí no porque anden bien de oído, sino peor aún de liquidez que nosotros los locales, que ya es decir. También se nota lo de la fiesta en que entre otros atractivos tenemos Feria -de Muestras e Internacional- y toros. Este verano, sin ser especialmente taurinos, parece que apetece más que nunca pasar por El Bibio, más que otra cosa para que se note que lo verdaderamente conservacionista sería montar una manifestación en pro del mantenimiento y conservación del brontosaurio o en contra del maltrato de la cabra de leche, todo el día, la pobre, ordeñada sin piedad para que tantos bienintencionados y sensibles animalistas puedan deleitarse con los quesos que da su leche, tan arteramente y con tanto sufrimiento obtenida.

El lema de esta LIV Feria Internacional de Muestras de Asturias bien podría haber sido algo del estilo «si tú resistes, la Feria resiste contigo». No se ha innovado tanto, pero todo se andará. De momento, se le ha cambiado el protocolo: inauguración y discursos fueron el viernes anterior a las Piraguas, es decir, un día antes del sábado de apertura, dejando el consabido paseíllo por los diferentes pabellones y puestos para el lunes siguiente, o sea, ayer. Y ahí, también se nos sorprendió con interesantes variantes protocolarias: para empezar, las autoridades, llegadas a la hora prevista, desde el presidente de la región, pasando por la alcaldesa del pueblo, esperaron a la puerta del recinto a que llegara el anfitrión, es decir, el presidente de la Cámara de Comercio, lo que no dejó de llamar la atención por su originalidad, ya que en las cuarenta y cuatro ediciones anteriores la cosa había venido siendo justo al contrario: la innovación nos lleva a su lomo a tal velocidad que, en ocasiones, nos produce un poco de vértigo.

Pero como de innovar no es posible parar, al final del paseo se dio otro interesante cambio: cuando todas las autoridades y representantes institucionales estaban solazándose en el último pabellón visitado, el de una entidad bancaria donde se expone una interesante muestra sobre «Telva», «Pinón», su sobrino «Pinín» y demás personajes del inmortal Alfonso Iglesias, el mismo presidente cameral se quedó en amigable charla en el zaguán de otra importante entidad de ahorro que exhibe este año interesantísimas y bonitas holografías. Se ve que los vicepresidentes de la Cámara Baragaño y Marqués innovan menos, porque ellos sí acompañaron tanto a próceres como a directivos bancarios y a «Telva» y «Pinón» con «Pinín», su sobrín. Ah, la innovación.