Tienen razón el alcalde de Oviedo y su concejal Arias-Cachero al quejarse por la competencia de actividades festivas y culturales en Gijón y por las discriminaciones en los apoyos del Principado. El giro de 180 grados que ha dado la programación de la Universidad Laboral, que incluye ópera y zarzuela, es en principio redundante con la muy larga tradición lírica ovetense. Que, por cierto, no es de hace veinte años, sino de dos tercios de siglo y, si se me apura, de más de una centuria.

La oferta gijonesa ha de ser, por supuesto, complementaria, y acierta Gabino de Lorenzo al señalar que la de Oviedo no lo sería con Gijón si organizase otra Feria de Muestras, otro Festival de Cine u otra «Semana negra» (Dios no lo permita en este último caso).

Ocurre, sin embargo, que las manifestaciones del alcalde de Oviedo sobre la falta de base social, gustos culturales y tradición lírica en Gijón resultaron más bien abruptas y tuvieron que ser matizadas. Lo de «Los Morancos» resta un poco de fuerza a esta argumentación. No menos duras fueron las declaraciones del concejal de Cultura publicadas ayer en otro periódico y rematadas con esta perla dirigida al Presidente (y discúlpenme su reproducción): «Areces sigue la dialéctica del donde pago, cago».

En cuanto a las programaciones de José Luis Moreno, yo no me preocuparía demasiado. Las experiencias de este promotor en televisión no dejan lugar a dudas de que lo suyo no es la verdadera lírica sino el espectáculo popular por encima de todo. Lo de los caballos en escena y los fuegos artificiales ya dice bastante.

Aceptemos, en cambio, que, a punto de cerrar la temporada veraniega, en la capital asturiana se echa de menos una programación estival que refuerce su atractivo.