Es un caso extraño. Todos lo elogian y venden su valía. Todos lo pregonan y lo elogian. Lo proponen para Asturias, pero ellos no lo aprovechan. Es un caso bastante insólito, el de Francisco Álvarez-Cascos, empujado desde varios puntos del país para que aterrice en el Principado.

A pesar de haberse retirado de la política activa hace más de seis años, Paco Cascos, como se le conoce en el ámbito del partido, ha participado en mítines, congresos y conferencias de forma destacada y en distintas partes del territorio español. Y ha recibido homenajes y distinciones en los últimos tiempos. Sobre todo desde que hace unos quince meses la Fundación Sabugo ¡Tente firme! de Avilés le otorgó la «Sardina de oro», donde, en un acto aparentemente apolítico con asistencia de representantes de otros partidos, pronunció un discurso crítico con la situación española y asturiana.

Si en una entrevista en la revista «Época» dijo aquello de «si me sacan a bailar, acepto» no ha tenido suerte en su tierra familiar (él nació en Madrid aunque luego su familia regresó a Gijón, donde se formó) pues quien le debía de sacar a la pista no parece que vaya a hacerlo. Sí le han sacado los veraneantes de Valencia de don Juan, los gallegos residentes en Asturias con el presidente de Galicia a la cabeza, la presidenta de la Comunidad de Madrid, donde reside. En fin, Cascos ha participado desde su retirada política en mítines y conferencias del partido en Burgos, en Valladolid, en Salamanca, en Orense? Y de forma destacada en el congreso de Valencia, donde fue reelegido Mariano Rajoy. Allí no solamente se alineó con Esperanza Aguirre, quien todos los veranos pasa unos días en Asturias y este año reivindicó su candidatura a las elecciones autonómicas del Principado, sino también defendió ponencias que contradecían las tesis que propugnaban los partidarios del presidente del partido y que triunfaron finalmente.

Y al centrarnos en tierra astur y en los últimos movimientos que ha habido en el Partido Popular vemos que hubo dos o tres actos de apoyo, alguno con gran afluencia de partidarios, pero la gran mayoría de las agrupaciones rechaza su candidatura. Algunas de ellas con cierta virulencia y en conversaciones privadas muchos militantes siguen sin comprender el «capricho personal» del «caso Marqués», los insultos y exabruptos («el cáncer del PP en Avilés») a destacados dirigentes del partido, especialmente de Gijón, de donde se fue despreciando manifiestamente a sus elegidos dirigentes y el «comportamiento indigno» de su presidenta.

Otros siguen preguntándose por qué Esperanza Aguirre no lo tiene en su Gobierno, ni Alberto Núñez Feijóo en el suyo, por qué defiende la candidatura de Santander a capital europea de la cultura y no la de Oviedo? En fin, Francisco Álvarez-Cascos se podría aplicar a él mismo sus frases tras la derrota de Rajoy en las elecciones, tales como la de buscar candidatos con un perfil de «40 años, savia nueva y no marcado» o «hay que empezar por llamar derrotas a las derrotas y victorias a las victorias».