Bruno, que estés haciendo el doctorado en el Max Planck es muy motivador para mí. Si tú has llegado allí, cualquiera puede». Ésas fueron las palabras de un amigo de Asturias al poco de empezar mi tesis en Alemania. Nunca lo tomé a mal, ni fueron ésas sus intenciones. Otro amigo me dijo: «¡Vaya suerte que tienes!». No es suerte, es haber tomado la dura decisión de perseverar en tus metas. Lo bonito de los sueños es que seguramente se pueden hacer realidad. Sin excusas, perseguirlos es una decisión que casi todos podemos tomar.

Todos tenemos metas en la vida. Cuando somos niños somos muy creativos y parece que nos sobran objetivos en la vida. Casi todos quisimos ser bomberos, astronautas o médicos. Según nos vamos haciendo mayores la realidad nos va enseñando a amoldarnos -o conformarnos- con la realidad. Nos enseña que perseguir tus sueños puede ser difícil, muy difícil o imposible. De hecho, el camino a los sueños es personal, intransferible y solitario. Es innegable que sacrificarse por algo que parece difícil, muy difícil o imposible es frustrante.

Montar tu empresa, ser músico, trabajar con una ONG en África, hacer paracaidismo, ser médico. No sé cómo nacen estas metas, pero tienen vida propia, son de todos los tamaños y formas; y son realmente impredecibles. Algunos tienen suerte y su objetivo es más asequible, para otros es improbable o imposible. Algunos sueños son mutables y cambian cada poco, otros son volubles y desaparecen tan rápido como vinieron. Unos pocos viven obstinadamente en algún rincón de la mente y despiertan de vez en cuando. Son estos últimos a los que me refiero, los que te cambian la vida, o lo intentan. Cumplir esos sueños es una viciosa fuente de felicidad. Felicidad de esa que perdura toda la vida y que contagia a los demás.

¿Cómo consigue la gente llegar a sus metas? No negaré que algunos tienen suerte y tienen dinero o «padrinos». Todos conocemos de esos casos que, además, desmotivan a los que no lo tenemos. El resto somos perseverantes y dispuestos a sacrificar buena parte de nuestras vidas. Sea como fuere, los contactos -que no enchufes- son vitales. Hablas con alguien, le cuentas tus ideas, te da consejos, aprendes de su experiencia, te dirigen a la persona correcta... Unas pocas vueltas después encuentras la realidad. Ya estás recorriendo el camino hacia aquello que deseabas. En la ruta habrá sorpresas, pero no es suerte: es fruto de la perseverancia. Seguramente tengas que aprender, trabajar, cumplir metas intermedias. Es posible que incluso tu sueño cambie de forma, pero lo más importante es que ya estás en camino.

Lo difícil es empezar. Mi director de tesis decía que empezar es tener la mitad hecho. Desde nuestro bello rincón del mundo, ciertos sueños parecen demasiado lejanos. Trabajar con la NASA en Washington DC como consejero científico suena muy lejos desde Asturias. Cuando me preguntan por consejos siempre les digo lo mismo: «Piensa bien lo que quieres. Escríbelo, léelo todas las semanas; empieza, busca nombres, emails, teléfonos. Llama, pide consejo, muévete. No tienes excusa, pero que sepas que el camino requiere esfuerzo y sacrificio». Cada año que pasa es más fácil encontrar a cualquier persona en el mundo (Google, Facebook, LinkedIn...).

Aquí en EE UU la cultura de los contactos está muy arraigada. Todos los colegios, institutos, universidades o incluso empresas tienes una sección de antiguos miembros. Contactar con ellos es una excusa perfecta para empezar el viaje. En Asturias no somos muy dados a ello de momento. Afortunadamente está cambiando. Un par de ejemplos, Compromiso Asturias XXI, con esta serie en LA NUEVA ESPAÑA, fomenta que la voz de aquellos que se han ido motive a los que están en Asturias. Nos permite ponernos a vuestra disposición y fomenta vías de colaboración. Cada lunes, en la RTPA, en el programa «Asturianos en el mundo» aparecen varios ejemplos de asturianos que han perseguido sus sueños. Mañana, lunes, casualmente, nos toca a nueve asturianos en Washington DC. No todos los sueños implican tener que irse, pero el mensaje, insisto, es el mismo.

Identifica tu sueño. Búscalo, sé inquieto, si encuentras a alguien que pueda ayudarte en tu camino, no dudes en ponerte en contacto. El camino más largo empieza por el primer paso. En la mayoría de los casos empieza a un click de distancia.