Aprenden de jóvenes: tanto a viajar con caudales públicos como a justificarlo. Todo un aprendizaje en las más sutiles técnicas de los partidos políticos para, entre otros fines, dar la vuelta al mundo o acabar con el compañero de formación, ya que muchos son los llamados y pocos los asientos. A esto último se refirió hace unos días en este periódico Francisco Javier Fernández Casielles, que fue político del PP y salió escaldado. Afortunadamente, se dedicó después a crear una sobresaliente empresa, con lo que la política perdió un efectivo que la sociedad ha disfrutado mucho mejor. Decía Casielles que las juventudes de los partidos, sean del PSOE, PP o IU, son esas organizaciones donde se aprende básicamente a conspirar, no contra el rival político, sino frente a los conmilitones.

Pero ya decimos que también aprenden otras habilidades. El Conseyu de la Mocedá de Xixón (CMX) viajó durante diez días a Rusia, a la ciudad rusa de Novorossiysk, que como su nombre indica está lejísimos (camino de ella murió hace años nuestro recordado Fico Fierro, el jesuita asturianista).

El viaje costó 18.000 euros y el PP armó una pequeña trifulca, pero no vamos a este hecho, sino a las hábiles justificaciones de los viajeros. «Es que es ciudad hermanada con Gijón», dijeron. Pues muy bien: pongan una cámara en el ordenador y hagan videoconferencias, o monten una página en Facebook. Es increíble lo que hermanan la redes sociales, y lo barato que salen. «Es que lo pagó la Unión Europea», agregaron. Vale: la UE pagó la ampliación de El Musel hasta que dejó de pagarla, por abusar. ¿Acaso los euros de Bruselas fueron creados a partir de la nada cuántica? Otra disculpa: «Es que el Ayuntamiento de Gijón sólo puso 5.200 euros». Total, calderilla. Y la última justificación: «Es que los rusos vinieron primero». Pues nada: se les recibe con hospitalidad y frugalidad, y al término de la visita se les despide con cariño. No puede ser que una cortesía nos cueste después 18.000 euros. Hubiera salido más barato comprarles un traje.