Hace unos pocos años, tres o cuatro, que Santiago Carrillo fue propuesto como hijo predilecto de Gijón por el equipo municipal de PSOE e IU, pero, como estos reconocimientos han de ser otorgados por unanimidad consistorial y el PP se opuso a ello, el veterano comunista quedó apeado del intento. Los populares argumentaron entonces que Carrillo tenía poco que ver con Gijón, pues ya de pequeñito lo afincaron en Avilés y después, de chaval, en Madrid. La explicación era un tanto pintoresca porque lo que en el fondo latía es que eran los momentos de hierro de la Memoria Histórica, con la redacción de la ley homónima y el carajal que se formó a su costa. Dicho finamente -y esto es interpretación propia-, Carrillo fue en aquel momento la víctima propiciatoria gijonesa de la tal Memoria Histórica.

Sin embargo, ahora que ya vamos enterrando los reniegos de ese pasado reciente -el pinchazo del Tripartito catalán y particularmente de Esquerra Republicana son indicio elocuente-, la filiación predilecta para Carrillo no nos parece un disparate, aunque reconocemos que será polémica. Hartos de cómo se revolvió el pasado de este país -una frivolidad más de las zapateriles-, de algún modo a Carrillo hay que convalidarle las sombras biográficas -«Miaja y Rojo nunca me hubieran perdonado lo de Paracuellos si yo hubiera tenido que ver», dice él en defensa propia-, por el papel que desempeñó en la transición española, el cual directa o indirectamente supuso el final del Partido Comunista. Lo de convalidar es cuestión meramente práctica; de lo contrario, seguiremos hozando en lo mejor de la España cainita.

Viniendo a lo particular del reconocimiento municipal a Carrillo, todo indica que hubo una propuesta «transaccional»: la izquierda gijonesa tiró por el veterano comunista, y la derecha, por Rodrigo Rato.

A fin de cuentas, tanto nos vale la convalidación como la transacción con tal de cerrar este período reciente de disparates, aunque la cosa aún colea a la vista de las torpezas que las autoridades están ejecutando con el Valle de los Caídos.